La noche de la empresa vasca 2022
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SMC: multiplicador de valor añadido industrial

La nipona SMC Corporation se implantó en Vitoria hace exactamente 30 años. Desde esa fecha, su filial SMC España no ha dejado de crecer.

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Jesús Galindo
1/12/2020
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La multinacional japonesa SMC se integró en el entramado industrial del País Vasco hace exactamente 30 años. En aquellas fechas, SMC Corporation selló el acuerdo para la compra de la ingeniería comercial alavesa Legaire. En estas tres décadas, SMC España ha protagonizado un ciclo ascendente que ha refrendado este año con el anuncio de un nuevo plan inversor de 20 millones de euros para más que duplicar su espacio en Júndiz e intensificar su capacidad de negocio en el campo de la automatización.

La llegada de SMC al País Vasco se debe calificar como una gran operación de inversión exterior de un grupo innovador. Esta valoración se sustenta en varios elementos distintivos, todos igual de transcendentes, que han elevado su valor añadido a la economía vasca. En primer lugar, la estrategia de la multinacional japonesa se diferenciaba claramente de otras operaciones empresariales de este tipo. No trató de hacerse con un fondo de comercio, ni una cartera de clientes. Su apuesta fue más profunda. Como tituló Empresa XXI el 1 de diciembre de 1990: “SMC adquiere Legaire y proyecta fabricar en España”. La empresa liderada entonces por Yoshiyuki Takada, fundador del grupo, desembarcaba en Vitoria con la idea de aportar valor y establecer su central para la subsidiaria de España.

Planta de SMC en Júndiz que en los dos próximos años se ampliará con las dos parcelas vecinas y que alcanzará los 22.000m2.

El segundo elemento diferencial del proyecto SMC lo aportaba su propia tecnología. El conocimiento desarrollado por este grupo, ya en aquellos años, se incluía entre las disciplinas básicas para la evolución del diseño y la fabricación de los bienes de equipo, la máquina herramienta y la robótica. El establecimiento en Vitoria, por tanto, acercaba estas actividades fundamentales para la mejora de los productos y enriquecía la capacidad de respuesta de todas las empresas al contar, en la puerta de casa, con un suministrador de soluciones de primer nivel. El tercer elemento de esta fórmula lo forman las personas, el equipo formado en Vitoria, que ha resultado un factor esencial y diferencial para alcanzar el éxito. Ellos son la representación ante los clientes y la industria en general. Para entender esta concurrencia de capacidad tecnológica y financiera del Grupo y de gestión en Vitoria, resulta imprescindible conocer cómo surgió el proyecto a impulso de la iniciativa personal de Germán Berakoetxea.

En el verano de 1988, el entonces director general de Comercial Legaire, viajó a la feria de Zurich con el propósito de ampliar la cartera de representadas con unos productos de neumática que le habían impresionado, los componentes SMC. Aunque el primer contacto pareció decepcionante, después de la presentación de planes de negocio y ventas, en octubre de 1990, SMC Shoketsu Tokyo, primera firma de neumática mundial, formalizaba el acuerdo de compra de Comercial Legaire y respaldaba la carrera inversora para consolidar la posición de SMC en España y erigirse en líder del mercado. La sociedad nipona, como reflejó Empresa XXI en aquellas fechas, “tiene previsto en un futuro próximo construir un centro industrial en la capital alavesa, en la que fabricará sus propios productos”.

SMC domicilió en Vitoria su sede central en España, al tiempo que montaba oficinas comerciales en Sabadell y Madrid. Para valorar la aportación de este grupo en aquel momento, hay que destacar que ya en 1990 contaba en “su programa de fabricación con 5.500 componentes básicos para la automatización neumática y unas 300.000 variaciones derivadas de estos componentes, con una cuota del mercado mundial de neumática del 10 por ciento”; además de disponer de plantas en Japón, Estados Unidos, Australia, Alemania, Singapur, Reino Unido e Italia; 45 delegaciones propias y 398 oficinas pertenecientes a sus 97 distribuidores”. Sus ventas mundiales ascendieron a 334 millones de euros en 1989.

SMC construye en Vitoria las máquinas de formación que el grupo distribuye en todo el mundo.

Tras la transferencia de conocimiento y la coordinación de equipos, en 1993 se inauguró la planta de Júndiz, en la que ya contaban con sección propia de fabricación. Al acto acudió el fundador del grupo, Yoshiyuki Takada, que respaldó el anuncio de su director general, Germán Berakoetxea, de un nuevo plan de inversiones a tres años de 3,5 millones de euros. En los siguientes ejercicios, SMC España ganó cuota de mercado con intensidad, pero sobre todo generó confianza por sus resultados y por sus propuestas. El equipo alavés, por ejemplo, fue el impulsor en el Grupo de las entregas rápidas, en las que fueron capaces de servir en un plazo de 24 horas el 83 por ciento de los pedidos recibidos en un día. Esta acción se apoyó en otra medida innovadora, la inversión en 1996 en el primer almacén automatizado del Grupo, suministrado por Ulma (tecnología japonesa Daifuku) con el que atendía una media de 150 pedidos. Como indica Germán Berakoetxea, “no creo que hiciéramos nada especial: tratábamos de evolucionar y adaptarnos paso a paso, estando cerca de los clientes para anticiparnos a sus necesidades”. Una filosofía que confirmaron en 1998 con otro proyecto estrella. SMC España diseñó y abrió una nueva línea de negocio para el Grupo: la división didáctica. La formación pasó a primer plano con la fabricación de sistemas y células orientadas exclusivamente a la formación, tanto para empresas como para centros de FP y Universidades. La oferta al mercado se centraba en la construcción de minifábricas con procesos reales que contribuyeran a fidelizar a las empresas y a los futuros técnicos y empresarios. Hoy en día, en Vitoria se fabrican estas instalaciones para todo el mundo.

CENTRO EUROPEO

El buen desempeño empresarial en la década les llevó al liderazgo nacional del sector con unas ventas de 33 millones de euros en 1999. El reconocimiento de SMC se plasmó en el nombramiento de Berakoetxea como consejero de la corporación y responsable para Europa y con la decisión de instalar en Vitoria el Centro Europeo de Marketing, que se encarga desde entonces de homogeneizar las acciones de marketing operativo de las diferentes subsidiaras europeas. La progresión de SMC España, como la de casi toda la industria, se enfrentó al gran muro de la crisis de 2009. El presidente de la compañía se muestra especialmente orgulloso de cómo resolvieron la situación: “Las ventas del grupo se redujeron más del 45 por ciento, pero SMC España decidió mantener el equipo y no realizar ajustes. Nuestra idea fue que había negocio y capacidad de ganar cuota, y que debíamos ir a por ello. También debo reconocer que en épocas de crisis no nos ha ido mal, porque hemos contado con capacidad de inversión y de crecimiento. SMC España logró el mejor resultado de las filiales europeas y el Grupo reconoció el acierto de nuestra apuesta”.

CIMA EN LOS 100 MILLONES

Tras la recesión, la compañía recuperó el ciclo ascendente que le llevó a facturar más de 75 millones de euros en 2016, con una plantilla de 281 empleos; y a superar la cota de los 100 millones y de los 325 empleos en 2019. A este nuevo salto contribuyó el programa de inversiones desarrollado en el bienio 2015-2016, que supuso un nuevo salto en medios y procesos para mantener “el sobredimensionamiento de la capacidad que nos permite no perder la visión del cliente, ni la agilidad en la respuesta a sus demandas”. Ahora, una vez más, y 30 años después, SMC reconoce la aportación de su filial alavesa. Como hemos destacado al principio, la conmemoración del 30 aniversario se ha engrandecido con el anuncio de un nuevo plan de inversiones en Júndiz, que llevará sus instalaciones de 10.000 a 22.000 metros cuadrados. El proyecto se incluye dentro de la estrategia de crecimiento del grupo, que ya ha alcanzado el 36 por ciento de cuota mundial. El objetivo en el caso de SMC España, es seguir evolucionando de manera sostenible para adaptarse al entorno de forma innovadora y eficiente, continuar con su plan de crecimiento y mantener la estrategia corporativa de proximidad y cercanía al tejido industrial. La operación, así, afianzará “el modelo de negocio y ayudará a mejorar la eficiencia de la marca SMC en la propuesta de valor y servicios a los clientes y al mercado”, que afianzan con una diversificación de producto constante gracias a la inversión en I+D+i, (más de 300 millones de euros al año) que les permite estar presentes en casi todos los sectores industriales con producto específico para cada uno de ellos, gracias a una gama de 12.000 productos básicos y más de 700.000 posibles variaciones con las que ofrecer una solución a cada aplicación.

El plan diseñado por SMC España recoge “la incorporación de nuevas máquinas que ampliarán la capacidad productiva ‘ad hoc’, la fabricación personalizada a las necesidades de cada cliente”. El objetivo es que las nuevas instalaciones entren en servicio en el plazo de dos años, lo que implicará “un aumento de la plantilla, la potenciación de los medios productivos, el incremento de la capacidad logística y de fabricación, así como la flexibilización de los procesos industriales. Todo ello para consolidar el negocio del grupo en su zona de influencia. Es decir, continuar con el trabajo que han desarrollado con éxito los últimos 30 años en Vitoria. Una trayectoria que ha reconocido su casa matriz y también sus clientes; y que ahora quiere poner en valor la Fundación Empresa Vasca y Sociedad con la entrega de la ‘Euskal Makila’, que valora su aportación al desarrollo de la economía del País Vasco de forma sólida y prolongada en el tiempo.

Responsables de SMC España y familia de Germán Berakoetxea con la ‘Euskal Makila’ recibida en el Museo Guggenheim.

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