Cada cierto tiempo renace la promesa compartida por el Partido Socialista Obrero Español y Unidas Podemos de abolir la tímida reforma laboral del Partido Popular. Para ello se asegura falsamente que tratan de paliar el coste social de la crisis y reducir la destrucción de empleo. Un argumento fariseo porque en realidad se trata de mantener el statu quo actual. Nadie, y menos los partidos citados y sus equivalentes sindicales, están pensando en los trabajadores temporales y a tiempo parcial, sobre los que va a recaer todo el peso de la crisis. Como en todas las crisis.
Hay que tener una caradura monumental con la que está cayendo y lo que nos viene, una tasa de paro de más del 20 por ciento y cierre de empresas por doquier, para contar un cuento que perjudicará la creación de empleo y favorecerá a los que tienen trabajo y están seguros de conservarlo dada la protección que les aporta un mercado de trabajo dual. Si hay una regla de juego que habría que adoptar cuando llega una crisis, a fin de minimizar su impacto, sería la de que salarios y empleo deben evolucionar en paralelo con la coyuntura. La ultractividad y el convenio sectorial que quieren recuperar se opone frontalmente a esa política de ajuste. Un dato: según el Banco de España si los salarios se hubieran congelado a partir de 2008 en lugar de seguir creciendo, la tasa de paro no hubiera pasado del 15 por ciento. En realidad llegó al 25 por ciento.
¿Quienes se beneficiaron de ello? Los que conservaron su empleo. ¿Quiénes salieron perjudicados? Los que lo perdieron, mayoritariamente colectivos tan vulnerables como los jóvenes y los temporales. No cabe imaginar nada más reaccionario. Pues eso es lo que les gusta a Iglesias y Sánchez.
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