La noche de la empresa vasca 2022
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Próxima generación

Los planes de estímulo económico empiezan a ponerse en marcha y a fijar otro escenario político.

Y el Mejor Empresario Vasco del Año 2021 es...
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Jon Larrinaga
15/10/2020
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Así se denomina el nuevo Fondo Estratégico de la UE, dotado de 750.000 millones de euros, con un esfuerzo fiscal en subvenciones de 390.000 millones, menos de un 3% del PIB de la UE. ¿Se trata de una cuantía suficiente? Se calcula que Obama destinó al inicio de la crisis financiera una respuesta fiscal equivalente al 10% de PIB de su economía, ante un impacto que en el corto plazo fue inferior al provocado por el virus. Son los esfuerzos fiscales de los países miembros los protagonistas principales de esta coyuntura. Según Bruegel, el esfuerzo fiscal sobre PIB de estos oscila entre el 15,6% de Alemania, 13,1% de Francia y el 4,5% de España. Para España los 140.000 millones asignados por el Fondo, lo que equivale a un 12,6% de su PIB, y de los cuales 6 puntos corresponden a subvenciones, suponen un apoyo muy importante. Ahora bien, la llegada de estos recursos exige un esfuerzo de nuestras administraciones y empresas para proponer proyectos que se correspondan con los objetivos del Fondo.

La economía verde, la digitalización de la economía, la mejora de la capacidad del sistema sanitario… son objetivos que se marca el Fondo y los proyectos deberán superar los criterios de la UE y también la vigilancia de los países críticos, tanto en su adecuación como a lo largo de su aplicación. Tanto el Gobierno central como los autonómicos deben comprender que en este lance está en juego, no sólo la eficacia de las inversiones a realizar, sino que también que este Fondo pase a ser un instrumento más de la UE que garantice su cohesión futura. Nos estamos jugando un avance más cohesionado de la Unión y particularmente de la UEM y del euro.

La complicada gestión del Fondo nos informa de que se trata de un recurso de difícil aplicación inmediata y que hay que interpretarlo más como un instrumento de modernización de la estructura económica de los países que como una herramienta de impacto coyuntural. Esa labor la harán en 2021 los déficit de los presupuestos nacionales, como así lo aconseja también la Directora del FMI. Las deudas acumuladas por los Gobiernos y en los balances de los Bancos Centrales serán tareas también para la próxima generación.

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