La noche de la empresa vasca 2022
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Pragmatismo

Las últimas crisis incorporan pautas que rompen con las ideas dominantes desde la década de los 80.

Y el Mejor Empresario Vasco del Año 2021 es...
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Jon Larrinaga
15/9/2020
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Con la crisis financiera la inflación dejó de ser la gran preocupación de los bancos centrales, teniendo estos que atender al riesgo de deflación con políticas de liquidez y bajos tipos de interés. A su vez, los gobiernos recurrieron al déficit público para sostener la demanda, y todas las economías desarrolladas finalizan la década con altos niveles de deuda. La irrupción del Covid está intensificando las respuestas que exigió la crisis financiera y así se entiende el nuevo planteamiento de la Reserva Federal, en la tradicional reunión de bancos centrales en Jackson Hole.

El ejemplo de España, con la implantación consensuada de la RGI, nos da una idea de la prontitud con la que se han adoptado medidas que antes hubieran dado pie a debates interminables.

En esta convocatoria su Presidente propuso, además de un mantenimiento de bajos tipos y de abundantes líneas de liquidez, la superación del techo del 2% de inflación para facilitar la reanimación de la demanda. Esta propuesta facilitaría además, como ya lo propuso el FMI al comienzo de la crisis financiera, la reducción de los saldos de deuda/PIB en un escenario a medio plazo de control del déficit público. En la misma línea abunda el reciente informe de la OCDE sobre políticas fiscales frente al Covid. Como señala el organismo prácticamente todos los países desarrollados, aunque con distinta intensidad en función de la situación de sus haciendas, se han ocupado de inmediato en ejecutar políticas fiscales en favor del sostenimiento del tejido económico y de la capacidad de consumo de las familias más modestas. El ejemplo de España, con la implantación consensuada de la RGI, nos da una idea de la prontitud con que se han adoptado medidas que antes hubieran dado pie a debates interminables.

En fiscalidad, la OCDE recomienda una política de déficit acomodaticia en el corto plazo y reformas que en el medio plazo refuercen la capacidad recaudatoria de los gobiernos, que deberán hacer frente a las deudas acumuladas. Sus pautas son la incorporación de nuevas bases imponibles (carbono, economía digital, transacciones financieras...), los acuerdos entre países para evitar las prácticas elusivas de las multinacionales, los impuestos a la propiedad y la reducción de la presión fiscal sobre las clases modestas. Parece claro que instituciones y organismos proponen políticas que rompen con los paradigmas dominantes en pasadas décadas.

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