Tras la crisis de Lehman Brothers se instalaron en el debate económico las expresiones “nueva normalidad”, “nueva mediocridad”, o “estancamiento secular” para referirse a un Siglo XXI en el que, en el mejor de los casos, veríamos lentos crecimientos de la economía en los países desarrollados, sacudidos ocasionalmente por períodos de ajuste más o menos violentos. En particular, el término “nueva normalidad” acuñado por el economista Mohamed El-Erian tuvo mucha repercusión, y resultó además ser bastante ajustado a la realidad de esta última década que nos ha traído hasta 2020. He leído una reciente entrevista a El-Erian que me parece relevante, en la que distingue entre la “nueva normalidad 1.0.” y la “nueva normalidad 2.0.”, que se diferencian en cuatro cosas.
La primera, se va a producir un mo vimiento pendular en las empresas, en la que la búsqueda de la eficiencia va a dar paso a la búsqueda de la resiliencia. El mapa mental de los ejecutivos incluirá nuevos resortes de competitividad, como los riesgos de deslocalizar cadenas de suministro esperando que el comercio internacional vaya a funcionar siempre como un reloj. La ruptura del abastecimiento que se ha producido durante la crisis del corona-virus ha sido la gota que ha colmado un vaso que se estaba llenando ya por las impredecibles consecuencias de la guerra arancelaria desatada entre China y USA en todos los mercados mundiales. Los niveles de productividad probablemente se resientan en esta nueva lógica, porque la seguridad primará sobre otros elementos de decisión.
En segundo lugar, un nivel de intervencionismo de los gobiernos en los mercados que no se recordaba desde hace muchas décadas (si Milton Friedman levantase la cabeza…). Y esta invasión no se ha hecho de forma cuidadosa, atendiendo a principios fundamentales de prudencia, sino de forma precipitada para responder a una situación de emergencia sanitaria global. Mohammed El-Erian lo describe como un plato de espagueti del sector público y privado. “Históricamente, son muy difíciles de desenredar”.
En tercer lugar, y debido en gran medida a la combinación de los dos anteriores, vamos a asistir a una parada (o incluso un retroceso) del proceso de globalización de la economía. Tanto por asegurar cadenas de suministro, como por el impulso de las Administraciones Públicas a las operaciones en tre empresas locales. La misma idea que nos proponen los Ayuntamientos para que consumamos en las tiendas del pueblo (para que no cierren), se impondrá entre las empresas de una región y de un país. Así que se reducirán previsiblemente los niveles de competencia…
“La búsqueda de la eficiencia va a dar paso a la búsqueda de la resiliencia”
Y, por último, por el lado de la demanda, tendremos unas clases medias con menos re cursos y con más miedo, lo que les llevará a consumir menos e invertir con más prudencia. Después de la Gran Depresión se instaló en Estados Unidos un sentimiento de frugalidad, de consumir lo indispensable... Y una demanda más lenta tiene como consecuencia una oferta más lenta…
Los cuatro puntos de reflexión que propone el economista son todos ellos muy razonables, y conducen a un escenario de crecimiento aún más lento de la economía… ¿Cuáles son los puntos de luz que pueden cambiar esta ecuación inexorable? También señala cuatro cosas que han cambiado, y que pueden transformar la economía para siempre, a mejor. Ninguna de ellas es nueva o desconocida, pero han quedado reforzadas en esta grave crisis global.
La primera, la importancia de impulsar el conocimiento científico-tecnológico, y su orientación a la resolución de los problemas de la sociedad. Algo que en las últimas décadas se ha llevado a la práctica con éxito en algunas regiones y países, pero que ahora ha ganado mucho apoyo en el conjunto de la sociedad. Es muy significativo que las encuestas recientes en España señalen que una de las partidas que no deben verse afectadas por los recortes sean las destinadas a I+D…
La segunda, la oportunidad de una mejor y más eficiente colaboración público-privada. Recuerdo el título de un libro que editamos en Deusto en mi etapa co mo Decano “Intervención pública en la economía: Angel o Demonio”. Cuando se hace bien, la intervención pública puede ayudar mucho…
La tercera, el incremento de la sensibilidad del conjunto de la sociedad sobre los efectos colaterales del modelo económico. Hay un antes y un después de la pandemia, y temas como las consecuencias del cambio climático han subido mucho en el perfil de atención pública.
La cuarta y última, la necesidad de coordinar de forma más estrecha las políticas a un nivel global. La Unión Europea tiene una oportunidad única de consolidarse si acierta en la gestión de esta complicada situación, algo que ninguno de los Estados que la forman puede hacer por libre.
Cuatro amenazas, cuatro oportunidades…
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