Nuclear

A largo plazo, y en la medida en que los sistemas de almacenamiento lo permitan, la generación de energía eléctrica podrá ser, prácticamente, 100% renovable. En la transición hacia este horizonte, que todos deseamos, es necesario analizar qué tecnologías de respaldo deben dar la cobertura al sistema eléctrico, más allá del positivo efecto de incrementar el parque de generación renovable. En este sentido, es conveniente no sólo analizar el impacto de las tecnologías de respaldo desde el punto de vista de los objetivos de reducción de emisiones, sino también desde la perspectiva del coste que puede suponer para los consumidores domésticos e industriales. Actualmente, la producción nuclear es la principal fuente de generación eléctrica de España, con un 22,4% del total producido en 2017.

Su eficiencia, la seguridad de suministro que ofrece y la ausencia de emisiones de Gases de Efecto invernadero, la hacen indispensable en la transición del mix energético hacia la neutralidad climática. Respecto a la decisión de cerrar las centrales a medida que cumplan 40 años, debe destacarse que el periodo de vida útil establecido para las plantas no se relaciona realmente con la viabilidad o seguridad de las centrales pasado ese periodo, sino únicamente con el plazo de amortización de las inversiones para su construcción, y lo cierto es que las inversiones que se han ido realizando para reacondicionar las plantas han generado una mayor seguridad. De hecho, el índice de Sucesos Notificados (INES) del Consejo de Seguridad Nuclear, muestra claramente la reducción de los incidentes (desde 1990 sólo 3 considerados graves). Si pretendemos evitar el ejemplo alemán, con las emisiones de CO2 disparadas por haber vuelto al carbón, el cierre de las centrales nucleares generaría un incremento del precio medio spot entre el 20 y el 25%. Una subida inasumible para los consumidores.

El sistema español debe seguir manteniendo un mix eléctrico equilibrado con todas las fuentes de generación eléctrica y, entre ellas, primar la generación de fuentes que no emitan CO2 y que, simultáneamente, contribuyan a mantener la seguridad de suministro y eviten el incremento y la volatilidad del precio mayorista de la electricidad.

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