La noche de la empresa vasca 2022
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Impuesto verde

Las tasas y los impuestos verdes deben enfocarse, primero a modificar conductas

Y el Mejor Empresario Vasco del Año 2021 es...
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Luis Blanco
15/1/2021
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En toda economía, la fiscalidad es el principal instrumento del que disponen los gobiernos para poner al mercado a trabajar en favor de las políticas que la sociedad considera necesarias. El respeto al medio ambiente de las actividades económicas ha sido tradicionalmente considerado una externalidad. Algo que no incide en la competitividad de las empresas, dando por hecho que una empresa “sucia” tendrá ventaja sobre una “limpia”, algo completamente seguro, al menos a corto plazo. Aunque hay otros instrumentos, la fiscalidad es un arma de mano de la Administración para intervenir en esa competencia y equilibrar la balanza.

Forzar que determinados costes ambientales queden internalizados y se cumpla con el principio de “quien contamina paga” y que el dinero recaudado se destine a paliar los efectos que las conductas gravadas provocan en el medio natural. Pero, ojo, hay que hacerlo bien. Sopesando ambos objetivos y teniendo en cuenta que los ciudadanos están en su derecho de pagar en impuestos lo menos posible. Que, si gravamos las botellas de plástico de 2 litros de capacidad o más, el mercado producirá, inevitablemente, botellas de 1,99 litros. Las tasas e impuestos verdes deben enfocarse, primero a modificar conductas, segundo a la recuperación de costes y, por último, ajustar la recaudación a las cantidades imprescindibles para esos objetivos.

En estos días se habla mucho de dos figuras de fiscalidad verde. Una a nivel estatal y otra autonómica. Son el nuevo impuesto sobre el depósito en vertederos y la incineración de residuos, para incluirlo en la Ley de Residuos y Suelos Contaminados, creado por la Ley de Presupuestos Generales de 2021 y la modificación del Canon del Agua, establecido por la Ley vasca del Agua en 2006, pero que tambié fue modificado por una Ley de Presupuestos, en este caso la de la Comunidad Autónoma de Euskadi de 2020. Pues bien, ambas iniciativas tienen el mismo defecto: han empezado la casa por el tejado y, en lugar de iniciarse con un debate ambiental, en busca de la Sostenibilidad, han comenzado por el dinero y eso es garantía de que no van a lograr sus objetivos, al menos los ambientales.

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