Dice un viejo y mal chiste que “un economista bueno es el que mejor te explica por qué no se han cumplido las previsiones que él mismo había hecho”. Es un chiste muy poco comprensivo con la dificultad de una ciencia social que, al fin y al cabo, trata de prever algo tan imprevisible como el comportamiento humano. Dicen los economistas que las perspectivas de PIB para este año son terribles y que la recuperación tardará. Respecto a lo primero, con un trimestre casi en blanco para muchos sectores, parece haber pocas dudas, respecto a lo segundo, espero que los expertos se equivoquen.
Una gran parte de la dificultad de realizar previsiones económicas es tratar de adivinar el estado de ánimo colectivo. Las estadísticas tratan de solucionar ese problema con los indicadores de confianza empresarial y, no se lo oculto, los datos, al menos los del pasado mes de abril, son también terribles. Yo no soy economista, pero hablo con mucha gente de la industria y, en claro contraste con lo que pasaba en 2009, en esta ocasión no veo la enorme crisis de confianza que había entonces. Por aquellos días, se oían frases como: “Es que no te compra ni el que sabes que no te va a pagar” y en estas semanas de desescalada y nueva normalidad, la práctica totalidad de las inversiones que se estaban planeando a principios de año, han seguido adelante.
El dinero es cobarde por naturaleza y no hay nada más fácil que asustar a un inversor, pero, tras hablar con muchas fábricas, con muchos geren tes, comerciales y financieros, estoy convencido de que, si el sector de automoción consigue movilizarse, la recuperación de la industria será rápida. Algunos sectores de la industria química no solamente no han parado, han tenido que reforzar producciones y hacer serios equilibrios con las restricciones a la movilidad para poder mantener su maquinaria a tope. La demanda de productos de limpieza, medicamentos, alcohol y productos desinfectantes, como nuestra vieja y querida lejía, que tantos millones de vidas ha salvado a la largo de la historia, se ha incrementado exponencialmente con la epidemia, pero ahora viene un regreso, que esperemos que sea rápido, a un equilibrio de crecimiento sostenido.
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