La noche de la empresa vasca 2022
REGISTRO

“El empresario vasco ha sabido convertir la dificultad en motor”

Padre del Concierto Económico y promotor de Innobasque, Pedro Luis Uriarte es una voz autorizada en materia empresarial y económica. Opina que la “mayor fortaleza” del empresariado de Euskadi es haber “sabido convertir la permanente dificultad en motor de avance” y pide para el colectivo “más reconocimiento social”. A su juicio, la prosperidad de las empresas debe acompañarse de valores.

Y el Mejor Empresario Vasco del Año 2021 es...
REGISTRO
Iñaki Calvo
Bilbao
1/10/25
TAGS:
Empresas

> Han pasado casi tres décadas desde que fue galardonado con el Premio Mejor Empresario Vasco, cuando era consejero delegado de BBV. ¿Cómo ha evolucionado la labor del empresario en este tiempo?

Mucho y a mejor. Cuando recibí aquel Premio, que agradecí muchísimo, el empresariado vasco estaba en plena transición, afrontando una etapa durísima, de reconversión industrial y terrorismo intolerable, y con necesidad urgente de reinventar nuestra economía. En aquel contexto, el primer objetivo era sobrevivir, mantener el empleo y buscar mercados donde fuera. Hoy, el empresario vasco tiene mucha mayor cualificación y esto le permite enfrentarse a objetivos que, aunque sean menos abruptos, son mucho más complejos. Además, ha asumido que el éxito no se mide solo en resultados económicos. Sabe que la empresa no puede vivir de espaldas a la sociedad y que su prosperidad tiene que ir acompañada de valores. Esa es, quizá, la mayor transformación. Ha pasado a ser actor destacado de un proyecto compartido y está ayudando a situar a Euskadi en el mapa global, en el cual es uno de los países más prósperos del mundo, un hito en cuyo logro la empresa vasca ha sido esencial.

> La sociedad vasca ha avanzado desde entonces, pero ¿considera que su percepción de la figura del empresario ha cambiado?

Ha cambiado a mejor, aunque quizá no tanto ni tan rápido como a mí me gustaría. El empresario vasco merece más reconocimiento social. Detrás de cada empresa hay personas que arriesgan, que crean empleo, y que, en muchos casos, mantienen vivo el tejido productivo en momentos muy complicados. Eso merece un aplauso general. Nos queda camino para mejorar, pero es alentador, por ejemplo, que las nuevas generaciones valoren el emprendimiento como algo positivo. También lo es que el empresario vasco esté profundamente comprometido con su tierra, como el que más, y que siga aquí generando empleo y progreso.

> En su trayectoria, ha demostrado ser un hombre de desafíos. ¿Cuáles cree que son los principales a los que se enfrenta la figura del empresariado vasco?

El empresariado vasco siempre ha vivido rodeado de desafíos. Quizá esa sea su mayor fortaleza, porque ha sabido convertir la permanente dificultad en motor de avance. Hoy se tiene que enfrentar al más difícil todavía, a la situación más compleja desde hace más de 40 años. Tiene que hacer frente a cinco transiciones globales, interconectadas, cada una de las cuales es un gigantesco desafío. La competencia no está en la fábrica de al lado, sino en cualquier lugar del mundo. Aparece el fantasma de los aranceles que rompen la globalización que hemos conocido. La digitalización y la inteligencia artificial obligan a repensar nuestros procesos productivos y nuestros modelos de negocio. Y todo surge con una rapidez vertiginosa. El desafío para el empresario, que ha sido siempre una constante, ha cambiado, se ha endurecido. A pesar de ello, estoy seguro de que sabremos mantenernos competitivos sin perder nuestra identidad, innovadores sin olvidar nuestras raíces, y profundamente humanos en un tiempo en que la tecnología parece absorberlo todo.

> Y, además de las transiciones ya en curso de las que hablaba, ¿a qué otros retos ha de hacer frente la economía vasca?

La economía vasca ha demostrado una resiliencia admirable en las últimas décadas. Ha crecido y crece más que la UE, pero no podemos confiarnos. Más allá de las transiciones digital, energética, demográfica, geoestratégica y europea, que ya están en marcha, y de los problemas de algunos de los países a los que exportamos, existen otros retos de enorme calado. Uno de ellos es el talento: necesitamos atraerlo y retenerlo, y para ello debemos ofrecer proyectos profesionales estimulantes y un entorno vital atractivo. Otro es la dimensión: muchas de nuestras empresas siguen siendo pequeñas, y en este mundo se requiere ganar escala. También debemos reforzar la capacidad de financiar la innovación, apostando por capital paciente que acompañe procesos largos y arriesgados. Y, por supuesto, hay un reto cultural: mantener vivo el espíritu emprendedor en una sociedad avanzada que corre el riesgo de acomodarse. Euskadi ha llegado hasta aquí con esfuerzo y audacia. Hoy necesitamos transformarnos profundamente para afrontar un futuro muy exigente. Por tanto, más esfuerzo, más ideas, más audacia.

> ¿Está Euskadi preparada para abordar todos lo cambios cambios que vienen o, mejor dicho, que ya están llegando?

Está preparada, pero, sobre todo, está en movimiento. Percibo una actitud colectiva de adaptación y aprendizaje. Hay ganas y un buen entramado institucional. Los cambios que vienen, y que en gran medida ya están aquí, nos exigen agilidad, más recursos, innovación, cooperación público-privada y confianza en nuestras propias capacidades. No será un camino sencillo, porque la velocidad de las transformaciones es enorme y estamos viendo, y padeciendo, hechos que hace muy poco serían impensables. La clave está en asumir que hay que transformarse, sí o sí, y en no perder nunca la ambición, ni caer en la tentación de la complacencia. Euskadi, un país pequeño en tamaño, debe seguir siendo grande en visión y determinación.

"Hay que invertir mucho más en innovación y lograr que sea una cultura compartida"

> Jugó un papel importante en la constitución de Innobasque. ¿Está el País Vasco bien posicionado para encarar todas las transformaciones en curso?

Aquello fue, en su día, una apuesta pionera que partía de una convicción: Euskadi debía situar la innovación en el centro de su modelo de desarrollo. Por eso planteé, y se aceptó, que debíamos aspirar a ser “el” referente europeo en innovación. Hoy, cuando han pasado casi dos décadas, podemos decir que esa semilla ha germinado. El País Vasco es reconocido en Europa como una región altamente innovadora, tenemos centros tecnológicos de referencia, unas universidades cada vez más conectadas al tejido productivo y un ecosistema empresarial que invierte en investigación, desarrollo y digitalización.

> ¿Somos un país innovador?

Sí, lo somos, aunque todavía con margen para mejorar. Somos “un” referente en innovación, con más nivel ya que Francia o Italia, pero no somos “el” referente. Estamos lejos de la cabeza. Por lo tanto, si asumimos que sin innovación no hay futuro, hay que invertir mucho más en la misma y lograr que sea una cultura compartida en todos los sectores y ámbitos. Debería ser nuestro rasgo diferencial.

"La industria vasca debe redoblar la apuesta por la diversificación y la digitalización"

> La industria vasca está sufriendo las consecuencias de un menor crecimiento económico de sus socios europeos y de las trabas proteccionistas de EE. UU. ¿Cómo debe responder a esta situación? ¿Le preocupa algún sector en particular?

Es cierto que la industria, motor de nuestra economía, atraviesa un momento de gran complejidad. El menor crecimiento en Europa y las tensiones comerciales con Estados Unidos generan incertidumbre y ponen a prueba la competitividad de muchos de nuestros sectores. Por citar tres próximos, siderurgia, automóvil y máquina herramienta. Sin embargo, no debemos caer en el pesimismo. Hemos superado situaciones peores en las que nuestra industria ha sido capaz de resistir y adaptarse. Para lograrlo, hay que redoblar la apuesta por la diversificación, la internacionalización y la digitalización. Debemos buscar nuevos mercados, fortalecer cadenas de valor con socios estratégicos y seguir avanzando hacia productos de mayor valor añadido. Mucho trabajo por delante. Y añado algo que he dicho anteriormente en este medio: debemos acercarnos más a China. No es un capricho, ni una tontería. Somos un país industrial y China, que va a invertir (está invirtiendo) masivamente en la Unión Europea, es el líder industrial del mundo y lo va a ser cada día más. Hay que actuar en consecuencia.

> ¿Qué opinión le merecen iniciativas que está poniendo en marcha el Gobierno Vasco como el Plan de Industria Euskadi 2030?

Lo valoro muy positivamente. Estuve en su reciente presentación y me encantó. Me parece que una de las ventajas de Euskadi es que, durante muchos años, ha contado con una hoja de ruta clara, compartida y con objetivos de medio plazo que ha dado confianza a las empresas. Todo ello ha quedado reforzado. La política industrial no es un lujo, sino un elemento esencial de país. Si mantenemos un rumbo firme, el Plan 2030 puede, y debe, convertirse en una verdadera palanca de transformación para toda la sociedad vasca.

> Al frente de la Consejería de Economía y Hacienda del Ejecutivo autonómico de Carlos Garaikoetxea desempeñó un rol absolutamente clave en la creación del Concierto Económico. ¿Cómo ha contribuido esta herramienta al desarrollo de Euskadi?

El Concierto Económico ha sido, sin duda, una de las palancas más decisivas para el desarrollo de Euskadi en las últimas décadas. Ha permitido contar con un sistema tributario propio, estable y previsible. Las instituciones vascas han hecho y hacen un gran trabajo y, gracias al Concierto, han sabido impulsar políticas adaptadas a nuestra realidad, invertir en infraestructuras, apoyar la innovación y la internacionalización y, muy relevante, sostener un sistema de bienestar muy robusto. Para el mundo empresarial, el Concierto ha significado también saber que las reglas de juego son claras y que los recursos públicos se gestionan poniendo a Euskadi como primera prioridad. A ello se une que existe una administración de fácil acceso con capacidad de decisión inmediata.

> ¿Se está aprovechando todo su potencial?

Diría que mucho, pero siempre se puede mejorar. Todavía podemos avanzar en simplificación normativa, en incentivos más potentes a la innovación, en usar más el Concierto como instrumento de proyección internacional y, sobre todo, para la atracción de talento y de inversiones, algo imperativo. El Concierto nos define, es nuestro elemento diferencial y aglutinador. Es un tesoro histórico, y debemos seguir cuidándolo y fortaleciéndolo.

> Para terminar, y aprovechando que lleva más de dos décadas asesorando a empresas y empresarios, me gustaría que regalara a nuestros lectores algún consejo que considere de relevancia para abordar los nuevos tiempos a los que nos enfrentamos.

Es arriesgado dar consejos porque cada persona y cada empresa es un mundo, pero me atrevería a plantear tres. El primero: nunca dejar de aprender. Vivimos en un mundo en el que los cambios tecnológicos, sociales y culturales se suceden a un ritmo vertiginoso. Solo quienes mantengan la curiosidad, la humildad intelectual y la capacidad de cuestionarse podrán anticiparse y encontrar oportunidades donde otros ven solo riesgos y amenazas. El segundo: no perder nunca el sentido humano de la empresa. En medio de la digitalización, los algoritmos, la globalización, etc. lo que sigue marcando la diferencia son las personas. Euskadi ha llegado muy alto porque ha sabido combinar esfuerzo empresarial e individual con solidaridad colectiva. Mi consejo final es más bien una aspiración: avanzar con fuerza y con ambición, pero siempre recordando que no se trata solo de crecer, sino de hacerlo juntos y con propósito, sin olvidar que hay que ayudar a quienes se van quedando atrás y más lo necesitan.

LegalCookiesCondicionesSuscripcionesContactoNosotros

Todos los derechos reservados Industria y Comunicación S.A.