Nos contaba lo que muchos no ven, y algunos no quieren escribir
Hay quienes piensan que los hombres de acción son vehementes en su expresión y agresivos... Nada más lejos de la realidad. Los auténticos hombres de acción no hacen aspavientos, son sinceros, libres, y abren caminos sin meter mucho ruido. Antxon Pérez de Calleja, sin ninguna duda, encarnaba las virtudes de esas escasas estrellas que, en el nuboso cielo vasco, son capaces de brillar. Su luz se apagó el 3 de febrero. No quiso fastidiar la fiesta de cumpleaños de Eva, su mujer, celebrada con la familia y amigos el día anterior. Se ocultó, "tranquilo, sereno, lúcido y cariñoso", en palabras de Eva. Como esos soles que caen al mar en los últimos días de verano, escoltado por vientos de color rojo, nos dijo hasta siempre.
En Empresa XXI le echaremos de menos. Eva le define como persona "libre, generosa e inteligente"; y nosotros como "un luchador, independiente, con valores y entereza, sin sometimiento alguno a esas sombras que siempre están sobre nuestras cabezas, y con deseo permanente de mejorar la situación de los más desfavorecidos, aunque algunos pudieran entender sus reflexiones de manera equivocada".
Ahí queda su obra profesional y personal. Su trabajo por la configuración de una economía más próxima y generosa con sus protagonistas; y, también, por conseguir que más personas se animaran a protagonizarla. Sus reflexiones se han plasmado en cientos de artículos y análisis de sectores como el del pequeños comercios, el agroalimentario, o en sus diagnósticos sobre la economía vasca. Nos contaba lo que muchos no ven, y algunos no quieren escribir. Sus lecciones emprendedoras quedaron escritas al frente de la división empresarial de la Caja Laboral Popular y en el apoyo que prestó al nacimiento de decenas de cooperativas, incluida la primera formada por mujeres, allá cuando estás, en las leyes, solo caminaban como viudas.
También introdujo la modernidad en el caserío como impulsor del Lábel Vasco de Calidad Alimentaria y de las denominaciones de origen, en la que fue pionero con la del Queso de Idiazabal (1987), de la que fue su primer presidente, ya como pastor y elaborador.
Nos ha dejado un hombre de acción y de acciones, generoso e inteligente.
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