La ‘conectividad’ no es un tema que afecte únicamente a los ordenadores.
En casi todas las empresas están separadas las áreas funcionales de Tecnologías de Información (se utiliza para referirse a la cabeza de este área en término CIO, Chief Information Officer) y el área de Innovación o de I+D (precisamente para no confundirla con la anterior, para el Chief Innovation Officer se suele usar la abreviatura de CINO). El área funcional de Tecnologías de Información es la que se encarga del Hardware y el Software, de que las personas tengan ordenadores y teléfonos, correos electrónicos y bases de datos, intranet… Ahora también se tienen que encargar de la ciberseguridad, de decidir si compran servidores o se suben a la nube, de la arquitectura de datos. Todo ello utilizando una terminología críptica de siglas y palabras en inglés, solo al alcance de los iniciados. Es una función que muchas veces se externaliza parcialmente en empresas proveedoras, que se especializan en este tipo de servicios.
La gestión de las personas que trabajan en estas cosas (programación, mantenimiento de aplicaciones y sistemas, etc…) es complicada, por el ritmo de cambio tan fuerte, que hace que en pocos años lenguajes de programación y estándares queden obsoletos. Así que las empresas prefieren subcontratar (hubo unos años en que se puso de moda la palabra outsourcing para referirse a estas cosas). El área de I+D, o el área de Innovación es la que se encarga de los proyectos de investigación, de la tecnología en todas sus formas. A veces son proyectos que tienen que ver con materiales, otras con nuevos procesos o tecnologías de fabricación, otras con energía, otras con nanotecnologías…
La tipología de los proyectos depende mucho de cada empresa. Se suelen apoyar también en proveedores externos, Universidades o Centros Tecnológicos, y viven en el universo de las subvenciones a la I+D o la innovación. Es muy difícil tener dentro de la empresa a personas expertas en todas las tecnologías que pueden impactar en el negocio, así que con frecuencia es preciso colaborar con este universo de agentes científico-tecnológicos, que además en muchas ocasiones permiten acceder a ayudas reservadas exclusivamente a este tipo de entidades.
“Cada vez más es preciso conectar todo con todo, y esa bola de cosas conectarla con las tecnologías que están llegando pero que todavía no están aquí”
Lo que viene ocurriendo estos últimos años es que una de las principales fuentes de innovación en muchas empresas y sectores es precisamente la transformación digital, el universo de big data, sensórica, IoT y AI (Internet de las cosas e Inteligencia Artificial, lo que te decía antes de las siglas crípticas…). También se han multiplicado las subvenciones por parte de las Administraciones Públicas para los proyectos de transformación digital, o industria 4.0. Así que los dos mundos van convergiendo, de forma inexorable. Además, los dos necesitan cada vez más recursos e inversiones para estar al día y que la empresa se prepare para esta formidable ola de cambio que llega.
En muchas empresas que visito, cuando hablamos de su estrategia de innovación y les pregunto por el ámbito de transformación digital, me dicen ”No, esos proyectos los llevan desde el Área de Tecnologías de Información”. Les suelo recomendar que pongan en marcha conversaciones entre las dos áreas (ya sabéis lo que pasa en las organizaciones, que una vez que creas un área es como si construyeses paredes en torno a ella). Que compartan mucha información sobre los proyectos, que incluso decidan sobre las inversiones en innovación y transformación digital de forma conjunta, para desarrollar una mirada común sobre estos dos mundos en convergencia. Todavía se puede complicar más este cocktail de áreas funcionales si en la empresa tiene mucha importancia el marketing digital (en muchos casos es así). Todas las empresas que llegan a consumidor final (B2C, Business To Consumer), y cada vez más también las que venden a otras empresas (B2B, Business To Business).
Cada vez más es preciso conectar todo con todo, y esa bola de cosas conectarla con las tecnologías que están llegando pero que todavía no están aquí, prepararlas para la innovación constante. La diferencia, como siempre, no la marcarán esas tecnologías, sino las personas que sean capaces de eso tan antiguo de sentarse a tomar un café y entenderse, y acordar qué hacer con todo este lío de innovación, sistemas y marketing (y siglas en inglés). Compartir información y decisiones, visiones y apuestas. A las empresas que tengan personas capaces de hacerlo, les irá bien. A las otras, me temo que será más difícil…
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