Por fin tenemos texto del anteproyecto de la nueva ley de industria. El ministerio ha puesto en marcha el proceso de aportaciones previo a la redacción definitiva que deberá aprobar el consejo de ministros y que se mandará a las cortes para su debate y votación. Era ya necesario cambiar la desfasada ley estatal de industria de 1992. En estos 30 años, la industria y la tecnología han cambiado radicalmente y conceptos clave como la digitalización, era entonces un tema incipiente, que pocos preveían fuera a ser un aspecto tan decisivo y estratégico como lo es hoy en día.
La nueva propuesta se basa en la digitalización, pero también desarrolla aspectos como la competitividad, la sostenibilidad, el conocimiento, la difusión y la cultura industrial para favorecer tres transiciones, a cuál más necesaria: la transformación digital, la transición ecológica y, como consecuencia de todo ello, la reindustrialización de la economía, vasca, española y europea. En materia de seguridad industrial, el texto del título IV decepciona bastante. No aporta cambios importantes y es necesario que en el proceso que ahora empieza mejore mucho. De hecho, los dos cambios más notables es la institucionalización del silencio negativo en los procedimientos administrativos relativos a la seguridad industrial y la obligación de almacenamiento “en la nube” de los datos esenciales para asegurar su preservación y disponibilidad en caso de accidentes.
Quizás el cambio más urgente y que no se aborda es una armonización y gestión ágil de los criterios técnicos aplicables a la seguridad industrial, que guían a la industria y a las ingenierías y consultoras y que dan pautas a la inspección y control, y seguridad jurídica a todos los intervinientes. Nos ponemos manos a la obra. Ya les contaré qué conseguimos.
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