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Reto demográfico y de talento: la necesidad de una mirada humanista

Nos queda, por tanto, buscar personas de otros territorios...

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Guillermo Dorronsoro
Colaborador
14/7/2024

Van llegando sin descanso a la prensa diaria noticias sobre cómo las ciudades, regiones y países avanzados se enfrentan de forma inexorable al envejecimiento de su población, a la jubilación de la generación del “baby-boom” y a la escasez de personas en edad de trabajar. Confebask, basándose en las proyecciones de población de Eustat, ha calculado que, para mantener el ritmo de crecimiento de nuestra economía en las 3 próximas décadas, necesitaremos aumentar la población laboral en más de 400.000 personas (237.000 para el relevo generacional y 177.000 para mantener los niveles de crecimiento económico). Aunque regresara toda la población vasca que vive fuera, seguiríamos teniendo carencia de personas, para cubrir las necesidades de empleo. Aunque fuésemos capaces de dar la vuelta ahora al descenso de la natalidad, los niños que naciesen no llegarían a tiempo al mercado del trabajo para cubrir esas vacantes. Nos queda, por tanto, buscar personas de otros territorios. Todo un reto en un mundo global en el que compartimos este mismo problema todos los países desarrollados.

En Estados Unidos, el Gobierno del presidente Joe Biden acaba de anunciar este mes de Junio un nuevo programa que permitirá regularizar a más de medio millón de migrantes que viven en el país sin un estatus legal. Dispondrán de tres años para pedir la residencia permanente, un plazo en el que podrán quedarse en Estados Unidos y optar a un permiso de trabajo de hasta tres años. Una vez conseguida la residencia permanente, también conocida como tarjeta verde, el beneficiario podrá solicitar la ciudadanía. Alemania ha aprobado también este mes una nueva norma enfocada a los universitarios y técnicos calificados fuera del territorio de la UE, que podrán buscar trabajo durante un máximo de un año, si cumplen determinados criterios, entre ellos, conocimientos lingüísticos, experiencia laboral y edad requerida. Ya no están obligados a presentar un contrato con una empresa alemana antes de poder entrar al territorio nacional y tampoco tienen que presentar un título reconocido u obtenido en Alemania.

Tenemos un cierto lío con esto de la inmigración. Por una parte ponemos trabas a la llegada de personas de otros países, por otra ponemos alfombra roja a otras. Se va instalando esta idea de que nos interesa el talento, pero no nos interesa acoger a personas en las que tengamos que invertir en despertar sus cualidades o en integrarlas en nuestra cultura. Aunque para algunos puestos de trabajo, como cuidar a personas mayores, nos puede venir bien que lleguen personas sin demasiada formación o sin papeles, porque eso facilita que trabajen sin contrato, sin coberturas sociales, y con salarios por debajo de mercado. Podríamos importar de la cultura hindú el sistema de castas para gestionar todo ello de manera ordenada. O recuperar los principios del colonialismo para importar recursos humanos como hemos venido haciendo con los recursos naturales. O también podríamos tener una mirada un poco más humanista. Por ética o por puro pragmatismo.

La historia nos enseña el precio que pagan las sociedades fracturadas. Aunque para estudiar los procesos de radicalización de los guetos en Francia no hace falta ir al pasado, son un doloroso presente. El reto demográfico, el reto del talento, nos van a enfrentar con nuestro sistema de valores. Podemos optar por soluciones de corto plazo, que dejen a las próximas generaciones una sociedad caótica y enfrentada. Si empezamos por dividir a los inmigrantes entre los que tienen talento, los que no pero nos vienen bien para puestos de trabajo basura, los delincuentes que nos vienen bien para alimentar los discursos xenófobos, y los que no dejamos entrar porque no estamos seguros de en qué categoría encuadrarlos, creo que no lo estaremos haciendo bien.

No soy tan ingenuo para pensar que existen soluciones sencillas a estos retos, y también sé que las administraciones públicas no andan para muchos incrementos presupuestarios para afrontar las políticas sociales de acogida. Pero no podemos tampoco conformarnos y seguir tirando. Hay que darle una vuelta a todo esto, y las empresas tenemos que ser agentes activos que ayuden a construir una sociedad mejor, y en este asunto de atraer fuerza laboral tenemos una oportunidad ¿no te parece?

Guillermo Dorronsoro

Doctor en Ingeniería Industrial e Ingeniería Mecánica. Al frente de Innobasque participó en la transformación del sistema de ciencia y tecnología de Euskadi.

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