Las inversiones industriales se plantean en plazos largos de amortización y se ahuyentan fácilmente con los bandazos.
En muchas ocasiones, no me atrevería a decir que ‘en la mayoría’, en materia de Sostenibilidad, las decisiones correctas, las que nos hacen avanzar como sociedad de forma equilibrada en progreso económico, cohesión social y respeto al medio ambiente, no son decisiones ‘populares’. No queremos gases de efecto invernadero, ni aerogeneradores en nuestros montes y, por supuesto, ni nucleares, pero queremos aires acondicionados, conservar nuestros alimentos en frío e incubadoras.
Como adultos es necesario que entendamos que no hay un ‘todo o nada’ y que, en materia de Sostenibilidad, todo tiene un coste. El vertido de residuos ‘cero’, tanto de residuos industriales como domésticos, es imposible, incluso para los valorizables. Las plantas de valorización, que tampoco son instalaciones ‘populares’, tienen rechazos o en los procesos pueden presentarse circunstancias excepcionales que generen residuos. Hemos avanzado mucho en las últimas décadas, pero todavía, para producir materiales y artículos que necesitamos, ni con la mejor técnica disponible, puede evitarse generar fracciones de residuos que no pueden valorizarse y que tendrán que eliminarse en un vertedero. Además de un plan bien organizado y realista hacia la economía circular, los sectores industriales necesitan un liderazgo político con objetivos a largo plazo claros en esta materia.
Las inversiones industriales se plantean en plazos largos de amortización y se ahuyentan fácilmente con los bandazos. La industria necesita que las personas que asumen responsabilidades políticas en materia de Sostenibilidad sean decididas y valientes en la toma de decisiones. Decisiones que soslayen el localismo y el populismo que en muchas ocasiones surgen con ese fenómeno que los americanos llaman ‘Efecto NIMBY’ (Not In My BackYard - No en mi jardín trasero) y que tanto se presta a la demagogia. Como sociedad responsable y madura debemos ser conscientes de que seguimos (y seguiremos durante muchos años) necesitando vertederos de residuos y de que ningún lugar es absolutamente perfecto para que todo el mundo esté contento. No es una decisión fácil, pero es el liderazgo que necesitamos.
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