Es un tema clave, que nos afecta a todos
En los últimos tiempos, cada vez más estamos participando en conversaciones particulares o profesional, incluso en la familia, en las que el centro de atención es la energía, por el impacto económico que ha tenido en cada uno de nosotros y sobre todo porque estamos tomando consciencia (los que no la tenían ya) de que es un tema clave, que nos afecta a todos y al que le impactan numerosos aspectos, geopolíticos, climáticos, especulativos, legislativos, entre otros, cuyo control está fuera de nuestro alcance. Es por esto que se hace más oportuna que nunca hacernos la pregunta de ¿qué energía queremos?
La respuesta puede parecer obvia, y muchos coincidiríamos en responder algo similar a: Energía limpia, sostenible, transportable, accesible a todos en cualquier lugar y que no cree desigualdades. Detrás de esta aparentemente sencilla respuesta, está un complejo debate que debemos abordar como sociedad, con rigor, serenidad, sin complejos, sin condicionantes, siendo conscientes de nuestros recursos, situación y contexto, pero abiertos a conclusiones consensuadas, sobre las tecnologías por las que queremos apostar en nuestro mix futuro.
Soy consciente de que es un complejo debate que se repite periódicamente, pero también sé que es un debate al que recurrentemente vamos con prejuicios y autolimitando nuestras conclusiones admisibles, pero es un debate que debemos abordar con la vocación de llegar a un consenso. Además, probablemente, mucho más complejo que alcanzar conclusiones que perfilen una apuesta energética de futuro del país, será la puesta en marcha de la hoja de ruta para alcanzarla en un período de tiempo razonable y los recursos necesarios para su despliegue. No obstante, considero estratégico como sociedad, abordar una vez más el debate energético de futuro con lealtad hacia las potenciales conclusiones alcanzadas.
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