No sé si es acertado, o no, pero de vez en cuando echo una ojeada a las estadísticas destacadas de Eurostat. Los números, que hablan menos que las personas, suelen contar más cosas de lo que ocurre en los países que los corresponsales televisivos. Si uno se fija en el bloque habitual de referencias: IPC (general, alimentación y energía), PIB, Desempleo y Precio de la vivienda, para lo bueno y para lo malo, España crece más en todos los apartados que Alemania, Francia, Italia y la media UE.
En el campo financiero, Déficit público y Deuda bruta sobre PIB, la nota mejora la de Francia e Italia, pero Alemania marca distancias, sobre todo con su 63,6% de deuda sobre PIB. España (107,7%), Francia (110,6%) e Italia (137,3%) no solo empeoran el dato, sino que cerraron 2023 con un déficit muy superior al 2,5% alemán: 3,6%, 5,5% y 7,4%, respectivamente.
Esta fotografía muestra una muy diferente forma de gobernar desde hace lustros. Un modelo que en unos días se enfrentará a unas elecciones europeas que, todo apunta, convertirán la UE en un polvorín de agravios, solo que ahora con más intereses comunes en los ‘grandes’ del sur para remolonear en el cumplimiento de sus compromisos.
Esta situación y forma de gobernar determina qué pueden hacer unos y otros para enfrentarse a problemas como el del ‘baby boom’ en las pensiones. En España, con un gran desempleo, se penaliza el trabajo con una cuota de equidad intergeneracional y otra de solidaridad a las rentas más altas. En Alemania, con un desempleo mínimo, se arma un fondo soberano, “público, profesional e independiente”, que no dañará los costes laborales de las empresas al dotarse anualmente con préstamos federales y transferencias de fondos públicos gubernamentales. Para 2035 esperan contar con 200.000 millones de euros en inversiones. ¿Qué modelo creen ustedes que funcionará mejor?
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