Solo tres palabras: Internacionalización estratégica inteligente

Diversificación, internacionalización, competitividad.... son vocablos recurrentes en el camino hacia la supervivencia empresarial, pero sobre todo son estrategias de crecimiento y expansión comercial. Hace unos años, la clave estaba en la estrategia. Sigue estándolo, pero ahora la palabra mágica es inteligente, y la velocidad del cambio, la que marca el itinerario hacia el crecimiento. Lejos quedó el tiempo en el que salir al exterior aseguraba la diferenciación, la expansión, el éxito. Aquel que practicaba la internacionalización era un precursor, un explorador, el pionero que anticipaba un estatus de bonanza y con ella una prosperidad y bienestar asegurados. Hoy, la innovación pierde su significado en cuanto se pronuncia, y el transgresor deja de serlo en cuanto se disecciona la disrupción.
Con todo, el progreso es imparable y solo quien sea capaz de adaptarse, e incluso anticiparse, destacará, pudiendo contribuir al enriquecimiento general de la sociedad y, por ende, del territorio. Es en este punto donde, de nuevo, nos enfrentamos a una redefinición de la estrategia. Ya no vale solo con prospectar nuevos horizontes, implantar en el espacio exterior y comercializar. Nuevos obstáculos emergen, levantando cercas en el campo. La lucha por la competencia se convierte en una infame guerra comercial, donde el más fuerte impone sus reglas, y llama a a aplicar mayor perspicacia, mayor colaboración y, efectivamente, más inteligencia.
Este es el nuevo aviso a navegantes de Orkestra. En su informe incorpora una alerta sobre algo que empieza a ser evidente y amenaza con destruir los éxitos alcanzados. El creciente riesgo de internacionalizar y, al mismo tiempo, las consecuencias de no hacerlo, ante el actual descenso de la exportación. Tiempo llevamos oyendo hablar del producto local, muchas veces en el sector primario, donde la sirena tiende callar sin gran efusividad. Sin embargo, cuando esta arenga se extiende al terreno industrial, las alarmas no dejan de sonar. Es lo que ocurre hace unos años con la inestabilidad de las cadenas de suministro. Ciertamente, preocupa nuestra dependencia de las importaciones de energía y de materias primas críticas. Pero también de las exportaciones, de las que la manufactura vasca depende casi en un 80% en la cadena de valor de sectores tractores como automoción, metalurgia, movilidad sostenible o fabricación avanzada.
Esta realidad plantea una fina línea entre el beneficio de internacionalizar y el riesgo de perder arraigo y riqueza local. Pero Orkestra lo tiene claro: “Euskadi debe diversificar riesgos a través de sus conexiones internacionales, atraer y arraigar inversión extranjera, y potenciar flujos de talento y conocimiento”. Urge, por tanto, a diversificar mercados y proveedores, gestionar las cadenas de valor críticas y reforzar sinergias entre industria y servicios avanzados. Y así lo dijo ante la plana mayor del Gobierno Vasco, focalizado en promocionar su plan de Industria 2030, y ante empresas industriales de primer orden como P4Q, recientemente adquirida por la norteamericana Kinematics; o Danobatgroup, ejemplo de cooperativismo industrial.

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