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Lo que las montañas nos enseñan sobre gestión

He pensado con frecuencia en escribir sobre lo que las montañas me van enseñando y pienso que tiene mucha aplicación en el mundo de la gestión.

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Guillermo Dorronsoro
Colaborador
14/7/2024

Ya sabéis que me gusta perderme en las montañas siempre que puedo. Habitualmente voy solo, así que me van acompañando pensamientos desordenados, mis últimas lecturas o películas, algún hilo de futuro de esos que voy tejiendo con paciencia. Muchas veces son reflexiones sobre retos o problemas relacionados con la gestión, sobre las charlas que me toca impartir la semana siguiente, o sobre el siguiente artículo que voy a escribir. He pensado con frecuencia en escribir sobre lo que las montañas me van enseñando y pienso que tiene mucha aplicación en el mundo de la gestión. Al final, la vida profesional tiene algo de camino, a veces cuesta arriba, otras veces pendiente abajo…

Os dejo hoy algunas ideas, y ya veré si el tema os gusta como para seguir escribiendo más de estas cosas. La primera gran lección que enseñan las montañas es la humildad, una virtud de la que nunca aprendemos lo suficiente. Puedes, si tienes suerte, alcanzar una cima, pero solo para descubrir cuando llegas arriba, todas las que todavía te faltan por subir...

¡Cuántas veces la montaña te enseña que ella es quien manda! A veces una tormenta que llega sin verla, a veces tus fuerzas fallan, y a veces te equivocas de camino… No queda otra que bajar la cabeza y dar la vuelta. Cuando la montaña no quiere que la visites, mejor no discutir…

Conectada con la anterior, está otra virtud muy necesaria para los alpinistas y los gestores, la prudencia. Por sencilla que sea la ruta y adecuadas las previsiones meteorológicas, nunca es inteligente confiarse. Cuántas veces he oído de la gente de montaña esa expresión tan sabia “La montaña seguirá aquí mañana”, para explicarte que hay que aprender a decidir darse la vuelta cuando el riesgo es demasiado elevado, o no puedes medirlo con claridad. Además de humildad y prudencia, en la cuesta arriba aprendes la importancia de ser generoso en el esfuerzo, y también a saber medirlo. Sin esfuerzo no hay conquista. La suerte solo ayuda a los que están preparados. Hay personas que no entienden de qué sirve el trabajo de subir, si luego tienes que bajar. Pero en la vida profesional también aprendes que subir y bajar son las dos caras de una misma moneda, y cuando toca la primera, no hay que racanear…

Sumadas a las tres lecciones anteriores, las cumbres te dan para escribir todo un libro de instrucciones sobre qué hacer cuando estás perdido. Ya puedes tener un buen plan y un buen GPS, que no es difícil despistarse un momento y encontrarte en un camino diferente al que querías tomar. No sé si tenéis la experiencia de ir por una senda que se va llenando de maleza (que además tiene la manía de estar cargada de pinchos), y casi sin darte cuenta te encuentras enredado entre zarzas y no tienes claro si es mejor tratar de seguir avanzando o retroceder (porque llevas un rato ya sufriendo arañazos, y no te apetece demasiado el camino de regreso). A mí me pasa con alguna frecuencia, y me suele venir a los labios una sonrisa y a la cabeza la cita de Churchill (“Si estás atravesando el infierno, no te detengas”). Qué maravilla luego cuando descubres que solo unos metros más adelante, vuelve a aparecer un camino abierto…

Confiar, seguir adelante, no desanimarse, y aceptar que unos rasguños forman parte del juego, son lecciones valiosas para cuando te has equivocado de camino, también en la empresa. Aunque, probablemente, lo más valioso que he aprendido es a disfrutar del viaje. Es lindo llegar arriba y disfrutar de las vistas, pero es mejor todavía disfrutar de cada paso, de los colores y de los aromas de los bosques que van cambiando con las estaciones, del gris de la roca, del blanco de la nieve, y del azul del cielo. Del sol que se abre paso entre los árboles, de los mares de nubes que suelen formarse en los valles al amanecer. Y por supuesto, disfrutar también de la compañía, cuando tienes la fortuna de tenerla. En esto igual la suerte vale más que el esfuerzo, así que te deseo que tengas mucha : )

Guillermo Dorronsoro

Doctor en Ingeniería Industrial e Ingeniería Mecánica. Al frente de Innobasque participó en la transformación del sistema de ciencia y tecnología de Euskadi.

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