Estábamos ocupados en la lucha contra la inflación y ha surgido un problema derivado de la subida de los tipos de interés: la inestabilidad financiera. Una semana antes de la crisis del SVB, el Presidente de la Reserva Federal aseguraba ante el Congreso que el sistema bancario americano estaba sólido. Si el vigía de la banca no observó lo que estaba pasando fue porque en 2018, la administración Trump sacó de su observatorio a los bancos con depósitos inferiores a los 250 mil millones de dólares.
De este modo una parte importante del sistema bancario tendría menos requerimientos de capital y liquidez que los grandes bancos y quedaba también exenta de ser sometida a los test de stress. Esto explica que J. Powell malinformara al Congreso USA. La obligada subida de tipos de interés para atajar la inflación, supone que los activos a largo contratados con bajos tipos de interés darían pérdidas, en caso de tener que venderlos hoy en el mercado para hacer frente a las urgencias de liquidez por una retirada de depósitos. Según W. Buiter, execonomista jefe del City Bank, “la banca USA, en 2022, tenía 620 mil millones de pérdidas no realizadas sobre títulos que pensaban mantener a vencimiento”.
La Reserva Federal se ha comprometido a asegurar todos los depósitos y a aportar la liquidez necesaria para evitar una corrida bancaria. El BCE también nos ha avanzado que pone a disposición del sistema bancario todos sus instrumentos para evitar el contagio. Parece claro que hay que reforzar la regulación y supervisión de los sistemas financieros, y que el abuso de los incrementos de tipos de interés contra la inflación acarrea nuevos problemas. Por eso el BCE insinúa la necesidad de un seguimiento de precios y márgenes en la cadena de valor para luchar contra la inflación.
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