El estereotipo, a veces, es como una profecía que se cumple por su repetida difusión. Todo no es lo que se pregona.
En estos tiempos de hiperactividad del Gobierno Vasco, que genera planes económicos a velocidad supersónica: Transformación digital, Basque Green Deal, Euskadi Next, Estrategia del Hidrógeno, Plan de Emprendimiento, Plan de Ciencia y Tecnología 2030... me gustaría destacar el trabajo de las empresas pequeñas - para mí las que tienen menos de 50 empleos- y matizar el de las grandes -más de 500- en el campo de la I+D.
El objetivo es animar a la confección de un modelo de promoción menos discriminatorio y más justo. Existen estadísticas que evidencian, en general, la baja utilización de las desgravaciones fiscales por I+D, dada su complejidad, lo que afecta de lleno a las pequeñas. Del mismo modo, las ayudas públicas a la I+D, porcentualmente y en valor absoluto, también registran esa misma orientación. Las normas fiscales y los programas de I+D tienden a operaciones de mayor volumen, más eficientes de cubrir y de controlar; pero no son capaces de generar modelos sencillos y alternativos que cubran las necesidades de las ‘semillas’ del futuro empresarial. Los datos, sin embargo, demuestran que las pequeñas empresas, en esas condiciones, no desentonan.
Esto puede llevar a justificar que sigan así, pero a lo que realmente aboca la estadística es a potenciar la capacidad innovadora de este grupo, que necesita estimularse. En el País Vasco, 943 empresas de menos de 50 empleados destinaron 307 millones de euros a I+D en 2019, un 11,76 por ciento más que un lustro atrás. En ese mismo periodo, las 22 compañías con más de 500 empleos que invirtieron en I+D consumieron 176,4 millones, un 32,7 por ciento menos que en 2014. Por su parte, las 430 encuadradas en la horquilla de 50-499 empleos desembolsaron 646,4 millones, un 50 por ciento más que un lustro atrás.
Lamentablemente, no conozco estudios accesibles sobre el reparto de las ayudas por dimensión de empresa, aunque Cotec recoge algunos guarismos que apuntan a la mayor demanda pyme en el campo fiscal en los últimos años, pero con porcentajes de retorno sobre PIB mínimos e inferiores a los de Portugal. En resumen, no se trata de creer que las pequeñas empresas no hacen I+D. Están en la batalla, más anónimas y menos primadas.
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