Fuga de agua

La memoria me falla al recordar la evolución del negocio empresarial del agua en Vizcaya, que fue epicentro de una revolución: llevar el modelo tradicional de abastecimiento a uno nuevo en el que enfrentarse a la escasez y degradación del recurso. En este salto, 1954 aparece como banderazo de salida: la empresa familiar francesa Degremont, con antecedentes en el sector desde el siglo XIX, desembarcó en España con base en Bilbao. Dicen -yo no lo puedo afirmar- que de su regazo surgieron multitud de proyectos, grandes y pequeños, que convirtieron Vizcaya en el motor de transformación del agua en el mercado nacional. Cadagua, Pridesa... ETAP, EDAR y desaladoras empezaron a cubrir la geografía, una proyección que con la entrada en la UE generó objetivos a gran escala, que requerían músculo gestor, financiero y renovación de la oferta.

El baile corporativo empezó a girar sin parar. Degremont, la semilla, sumaba a sus años denominaciones que reflejaban el desenfreno danzante -en este caso, siempre en francés-: Lyonnais des Eaux, Ondeo, Suez y, desde hace poco, Suez-Veolia. En casa, Iberdrola se asomó al sector con Ondagua y Pridesa en el cambio de siglo. Pero la concentración renovable llevó esta actividad hasta la alemana RWE (2002) y, finalmente, hasta Acciona (2006). Hoy baila en Alcobendas bajo la denominación de Acciona Agua. Como predecesor del cambio, Ferrovial adquirió Cadagua en 1971, aunque su sede se mantiene en la Gran Vía... de Bilbao.

Ahora es el padre del grupo el que quiere migrar. Este movimiento coincide con la fusión, bajo el paraguas de Agbar -filial de Suez/Veolia-, de Aquambiente y Suez Treatment Solutions (la histórica Degremont). Se extingue la segunda y absorbe la primera, con sede en Madrid. El edificio de Deusto ya está a la venta. Como se puede comprobar llueve y sigue el baile... y en Bilbao la fuga de agua es evidente.

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