El renting social arrasa como nuevo profeta del vehículo eléctrico
Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma irá a la montaña. O lo que es lo mismo, si la demanda es baja, estimúlala. Eso es precisamente lo que ha hecho Francia con el vehículo eléctrico tras lanzar el programa de renting social para popularizar la electromovilidad entre las rentas medias y bajas, una de las mejores campañas de marketing que haya podido tener hasta el momento para ganar adeptos. La promesa electoral de Emmanuel Macron ha cosechado un rotundo éxito con un tsunami de solicitudes a partir de una sencilla fórmula: alquiler de un vehículo neutro de fabricación europea durante un periodo de tres años. En contraprestación, el pago de una cuota mensual de aproximadamente cien euros, con opción a compra a la finalización del contrato.
Después del estrepitoso fracaso del Plan Moves, la puesta en marcha de un plan similar en España es una opción a tener en cuenta como palanca de cambio para enderezar el despliegue del vehículo eléctrico y dar un paso al frente en su democratización. Con un exiguo 5 por ciento de cuota de mercado, una iniciativa de tales características contribuiría a alcanzar varios objetivos de un solo tiro. Incrementaría las ventas rápidamente, rejuvenecería el obsoleto parque automovilístico y, lo que es fundamental, sería clave para generar un mercado de segunda mano con el que acercar la movilidad eléctrica a todo tipo de usuarios durante los próximos años. En un momento en el que el coche eléctrico parece echar el freno de mano, es hora de cambiar a un nuevo credo.
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