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El economista, el banquero, Europa y Euskadi

Los dos urgen a un cambio radical en la visión y en las políticas, y los dos exponen con bastante crudeza qué pasará si no lo hacemos

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Y el Mejor Empresario Vasco del Año 2021 es...
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Guillermo Dorronsoro
Colaborador
14/7/2024

Michael Spence (doctor en Economía por Harvard, y Premio Nobel en esta disciplina) y Mario Draghi (doctor en Economía por MIT, expresidente del BCE, y ex Primer Ministro de Italia, entre otros muchos cargos académicos y profesionales), son probablemente dos de las voces contemporáneas más autorizadas en política económica. Los dos han dejado por escrito recientemente sus ideas sobre las recetas que necesita Europa para reencontrar su posición de liderazgo en la nueva economía global.

Spence, el 21 de Agosto en su columna en Project Syndicate, en un artículo titulado “Europa necesita una nueva visión económica”: “El crecimiento de la productividad a largo plazo en las economías desarrolladas depende significativamente de un cambio estructural, impulsado, principalmente, por la innovación tecnológica. Es allí donde reside el principal problema de Europa: en diversas áreas, desde la inteligencia artificial y los semiconductores hasta la computación cuántica, Estados Unidos y hasta China dejan a Europa en el polvo.”

Draghi, más recientemente, el 9 de Septiembre, en una presentación en Bruselas de la mano de la Presidenta de la Comisión Ursula von der Leyen. Se ha extendido en un informe de 400 páginas, que soporta con abundantes datos y argumentos contundentes su mensaje central: Europa necesita invertir 800.000 Millones de Euros adicionales cada año, básicamente para impulsar de forma decidida una política industrial y de innovación que consiga recuperar nuestra posición competitiva frente a USA y China.

Los dos urgen a un cambio radical en la visión y en las políticas, y los dos exponen con bastante crudeza qué pasará si no lo hacemos: Europa no podrá seguir financiando el estado de bienestar del que ahora todavía disfrutamos. La cuestión es que este diagnóstico no es nuevo. Ya se hizo a principios del Siglo XXI cuando la Unión Europea se marcó el objetivo de recuperar el peso de la industria en la economía, y de alcanzar una inversión en I+D del 3% del PIB. Casi 25 años más tarde, la industria y la innovación siguen estancadas, y como consecuencia la productividad no remonta. Adicionalmente, como consecuencia de la apuesta por la descarbonización y nuestra dependencia en combustibles fósiles de terceros países, el coste de nuestra energía es más alto. Lo único que va cambiando es la certeza de que no existe otro camino. Igual que nos hemos ido concienciando de la necesidad de actuar con decisión frente al cambio climático, en Europa tenemos que asumir que la necesidad de impulsar nuestra industria y nuestra innovación. No hay otro remedio, y cada día que pasa nos acercamos un paso más al precipicio.

Draghi es muy concreto en los mecanismos que propone para aplicar esta receta, que además tienen ya un precedente reciente en los Fondos NG que la UE aprobó para relanzar su economía tras la pandemia. No es casualidad que España, uno de los principales beneficiarios de esta inyección de dinero público, está ahora creciendo por encima de la media de los países de la Unión Europea. Por eso no le tiembla el pulso en recurrir al endeudamiento para dotar los fondos post Next Generation (porque todo ese dinero no va a llegar de subidas de impuestos), pero tendría que ir acompañado de un funcionamiento mucho más eficaz de las instituciones europeas. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, anunció que iba a poner las recomendaciones de Draghi en el centro de sus propuestas para el mandato que acaba de estrenar. Vamos a ver si esta vez va en serio.

En Euskadi estamos también estrenando Legislatura, y haríamos bien en copiar las recetas del Nobel y el banquero, en el impulso decidido a la política industrial y de innovación. Está claro que dependemos en muchos sentidos de lo que se decida en Bruselas, pero también que tenemos capacidad de actuar con decisión en nuestra escala. El diagnóstico, por lo demás, nos sirve casi al 100%. Tenemos más industria que la media de la UE, pero también más dependencia energética, y un nivel parecido de inversión en I+D. No queda tiempo para marear, es preciso pasar a la acción (y como condición previa, como bien explica Draghi, a los presupuestos económicos necesarios).

Guillermo Dorronsoro

Doctor en Ingeniería Industrial e Ingeniería Mecánica. Al frente de Innobasque participó en la transformación del sistema de ciencia y tecnología de Euskadi.

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