El Gobierno alemán ha modificado su política de ayudas a la compra de vehículos eléctricos. No por razones presupuestarias, y sí porque tenía la mosca detrás de la oreja sobre el efecto de esta medida y su distorsión del mercado. No debe olvidarse que en el triunvirato gobernante se incluye un partido liberal que controla las Finanzas a través de Christian Lindner.
El mercado, en el mes de enero, dictó sentencia en primera instancia. La matriculación de VE se redujo un 27% sobre enero de 2022, correspondiendo una baja del 13% a eléctricos puros (18.140), que mantienen ayudas retocadas a la baja; y del 53% a híbridos enchufables (8.850), que ya están excluidos del plan de subvenciones. Estos datos, en parte y a expensas de lo que ocurra en los próximos meses, quedan marcados por el aluvión de ventas en diciembre, último mes con el plan anterior. Entonces se registraron 174.112 vehículos eléctricos, un 114% más que un año atrás y el 55,4% de los registros del mes, cuando en enero solo llegaron al 15%. Sí conviene destacar que los vehículos de combustión sumaron 152.210 unidades en enero, lo que representó una mejora del 6% sobre el mismo mes de 2022.
Lo más llamativo del cambio de esquema, cuya limitación de ayudas se escalonará en los próximos años, es que estudiosos del funcionamiento de los mercados aseguran que el teórico incentivo a los consumidores acaba en los constructores, que aprovechan la coyuntura para elevar los precios. También se exige ahora que la propiedad se mantenga durante un año, para evitar ‘plusvalías’ a cuenta de las ayudas en las ventas rápidas de segunda mano. Como se puede comprobar Rinconete y Cortadillo no son exclusiva nacional, aunque a algunos les guste flagelarse. La mejor ayuda para los consumidores y la más barata para el erario es que la administración vigile la competencia para evitar los ‘pooles’ y los acuerdos de precios. Rinconete y Cortadillo tampoco son exclusiva de los humildes.
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