El arte de dar oportunidades al destino (2 de n)

Entender el futuro para transcenderlo a través de la creación late en el fondo de todo gran viaje

1/12/2025

Hermes llegó a la isla de Corfú a media tarde, con ese cansancio profundo que acompaña a quienes han viajado más de lo que les gustaría. No le quedaba ya nada, ni su embarcación ni su tripulación… Ni siquiera una mínima indumentaria había sobrevivido al naufragio.

Mientras caminaba desnudo por la orilla, sintió que la arena y las olas bajo sus pies contenían una pregunta antigua, que se le clavó como una espina suave. Alguien había naufragado también en esa playa, muchos siglos antes, y había encontrado la ayuda que necesitaba para completar su viaje...

Entonces vio a la mujer. Irene Adler estaba sentada con la mirada en el horizonte, el sol se apoyaba en ella con la naturalidad de quien visita a una antigua amiga. Hermes tuvo la certeza de que lo esperaba.

“Pareces cansado, Hermes”. Adler no parecía sorprendida ni molesta por la ausencia de ropa en su interlocutor.

“Es verdad. Mi viaje ha sido largo”, respondió.

Ella le acercó con un gesto amable alguna prenda con la que resguardarse del atardecer que estaba llegando ya. Hermes tenía mil preguntas, pero Irene no le dio tiempo a formularlas.

“Hay alguien en esta isla a quien creo que te interesa conocer. Alguien que entiende lo que otros solo intuyen. Es el mejor detective de todos los tiempos. Creo que él y yo podremos ayudarte si así lo deseas”.

Hermes sintió un leve temblor, como cuando una pieza encaja por fin en un mecanismo antiguo que llevaba demasiado tiempo sin funcionar. Irene se levantó despacio, sacudiéndose la arena del vestido.

“Por cierto, su nombre tiene casi las mismas letras que el tuyo. Se llama Sherlock Holmes. ¿Te gustaría venir conmigo a conocerlo?”.

Se levantó y empezó a andar. Hermes no pudo sino deleitarse en la elegancia con la que se movía, como la que guardan los felinos de sus visitas a otros mundos. La siguió en silencio hacia una acogedora casa de piedra blanca. A cada paso, mientras se iba vistiendo, Hermes sentía la isla respirando bajo sus pies, como si hubiera estado esperando volver a encontrarle desde hacía siglos.

La puerta estaba entreabierta. Dentro, su anfitrión le esperaba tomando un Aperol Spritz, sentado junto a una mesa de nogal, sencilla y marcada por el tiempo, en la que reposaban dos obras: La máquina del tiempo de H. G. Wells (1895) y “Computing Machinery and Intelligence” de Alan Turing (1950). No levantó la vista inmediatamente.

“Llegas tarde… Aunque no en el sentido habitual. Siendo un viajero del futuro, ¿eres un ser humano, una máquina o más bien una combinación de ambas cosas?”.

Hermes esquivó la pregunta con destreza: “En mi tiempo, la humanidad libra una batalla que aún no ha terminado. No contra las máquinas, como muchos temían. Sino contra algo más sutil. El futuro se ha vuelto opaco, inaccesible. Se ha convertido en un enemigo”.

Respiró hondo y prosiguió su relato: “Gracias al ingenio y un caballo conseguimos ganar algo de tiempo. Yo deseaba volver a casa, pero los dioses me lanzaron a un viaje que todavía no ha concluido. Lo único que deseo es completarlo para retornar a mi hogar, junto a los míos. Pero para poder regresar debo encontrar la forma de responder tres preguntas: cómo entender el futuro, cómo cambiarlo, y cómo crear algo nuevo que sobreviva a ese futuro”.

Irene susurró una caricia en el oído de Holmes. “Ha recorrido siglos de historia para responder las tres preguntas. Pero le falta la respuesta más importante, la que necesita para poder volver”.

Holmes se levantó para ofrecer el mejor asiento a Irene, y el siguiente a su invitado: “Nos agradaría mucho, doctor O’Clock, que nos relatases tu viaje mientras cenamos esta noche si nos permites obsequiarte con nuestra hospitalidad. Y nos agradaría todavía más ayudarte a volver al tiempo en el que tus seres queridos te esperan”.

Hermes sonrió con una tristeza luminosa. Mientras un postrero rayo del sol poniente entraba por la ventana, supo que había llegado el último de sus viajes, el que le llevaría de vuelta a casa.

El acertijo de esta quincena: una historia muy parecida ya había ocurrido, en ese preciso lugar, muchos siglos atrás. ¿Puedes recordar cuál?

Elemental querido Wat... Quiero decir... ¡Bien hecho amigo!
Nope... te has dejado algo. Vuelve a intentarlo.
Guillermo Dorronsoro

Doctor en Ingeniería Industrial e Ingeniería Mecánica. Al frente de Innobasque participó en la transformación del sistema de ciencia y tecnología de Euskadi. Hoy es board avisor de Zabala Innovation, profesor de Innovación de Deusto Business School, y coordinador del think tank Zedarriak.

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