La entidad, centrada en el desarrollo sociolaboral de personas con discapacidad, afronta este año con una importante carga de trabajo y prevé desembolsos de tres millones de euros durante el ejercicio para ampliar su centro de trabajo en Etxebarri e incorporar equipos SMD, de corte por láser y por chorro de agua
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> ¿Cuál es el principal objetivo de Lantegi Batuak?
Buscamos el desarrollo sociolaboral de las personas con discapacidad, preferentemente intelectual, en Vizcaya. Y lo hacemos a través de la generación de oportunidades laborales. Para ello, estamos ubicados principalmente en dos sectores: la industria y los servicios. El sector industrial es el que ocupa a más personas, cerca de 2.000 actualmente. Tenemos 22 centros industriales distribuidos por todo el territorio de Vizcaya con un criterio de ubicación social para que cualquier persona que quiera trabajar tenga menos de 15 km a su puesto. La parte de servicios ocupa aproximadamente a 800 personas y está centrada principalmente en limpieza, jardinería, gestión documental y lo que llamamos servicios diversos, que es una suma de distintas actividades como pueden ser el vending, el servicio de comida a domicilio para personas mayores, o el alquiler de ayudas técnicas (sillas de ruedas, camas articuladas, etc).
> ¿En qué sectores industriales trabajan?
El desarrollo ha venido muy ligado a la subcontratación de tareas por parte de empresas, principalmente vizcaínas y del sector eléctrico. Son compañías que normalmente venden sus productos a las grandes eléctricas. Gracias a la capacidad tecnológica que tenemos, ahora estamos entrando en sectores de nuevas energías (fotovoltaica). En cualquier caso, lo que hacemos es dominar las tecnologías de trabajo, como la electrónica y la transformación metálica. En ningún caso tenemos producto propio ni nos centramos en eso. Somos especialistas en ejecutar determinadas tareas de la fase productiva en las que somos capaces de poder responder tanto con series más cortas como largas. También tenemos presencia en automoción (pequeños montajes, revisiones de piezas, etc), pero nunca ha sido muy relevante. Se trata de las actividades que más están sufriendo estos años de pandemia, por lo que hemos reubicado a la mayoría del personal en centros que trabajan para los otros sectores.
> Hace menos de un año que se hizo cargo de la dirección general. ¿Qué tal ha sido el desembarco?
2021 fue para nosotros un año muy complicado porque se combinaron dos situaciones. En la parte de actividad, tuvimos una carga de trabajo muy potente porque los sectores en los que estábamos son de los que se consideran esenciales y tuvieron gran cantidad de pedidos, empezando por las eléctricas, que han arrastrado a nuestros clientes. No recordaba, en los 18 años que llevo en la organización, encontrarnos con esa tensión de pedidos de clientes a los que había que responder. Y eso, combinado con una situación en la que la pandemia nos obligaba a proteger especialmente a, como mínimo, un tercio de nuestras personas, que son vulnerables. Para una entidad que con relación contractual tiene 2.100 personas, responder al momento de pico de demanda más alto con un tercio de ellas en casa nos obligó a reinventarnos y así conseguimos sacar adelante mayor cantidad de trabajo que lo que habíamos tenido en 2019 y un volumen de facturación superior. Esto ha sido posible gracias a que la línea de reorganización que empezamos en 2017 nos cogió con cierto avance estos dos años de pandemia y nos ha permitido responder mejor.
> ¿En qué consiste esa reorganización que comenta?
Básicamente, en combinar una revisión del modelo industrial a través de la mejora continua con la incorporación de tecnología para dar una respuesta más avanzada a los clientes industriales respondiendo a la preocupación que tenemos en nuestro patronato y en nuestro consejo de que no nos quedemos sin la ocupación para los perfiles que requieren más apoyos. El nuevo modelo industrial de mejora continua está basado en la redefinición de las líneas de trabajo, la optimización de los layouts, la búsqueda de centros que actúen como núcleos de eficiencia (como Getxo o Sestao), aunque siempre manteniendo la ubicación social de la que hablábamos, y, sobre todo, en la incorporación de tecnología. Paradójicamente, la principal amenaza que estamos viendo es que la incorporación de tecnología puede acabar con las oportunidades para la mano de obra menos cualificada, pero para ser capaces de mantener esa ocupación de la mano de obra menos cualificada lo que estamos haciendo es avanzar en tecnología que hasta ahora no teníamos. Una vez que la metemos en nuestros centros, los primeros desarrollos se hacen con esa tecnología y luego el resto de la fase de producción la troceamos mucho y la adecuamos a los perfiles de las personas que tenemos. Si para mantener la ocupación de estas personas no incorporásemos la tecnología, nos quedaríamos fuera del mercado completamente.
> ¿Cómo cerraron 2021 en términos cuantitativos?
El empleo se mantuvo. Acabamos el ejercicio con 3.138 personas. Las ventas ascendieron a 80,5 millones de euros, que es el máximo histórico que hemos hecho, lo que supuso un incremento del 11 por ciento respecto al año anterior. La facturación de la división industrial ascendió a 69 millones de euros, un 15 por ciento más, y la de las actividades de servicios a 11 millones de euros, es decir, un 7 por ciento más. La Si 2021 fue un año complicado, 2022 le da una vuelta más. En nuestro caso, la facturación tiene mucha relación con el precio de las materias primas, por lo que nos encontramos que con el incremento de estas y el de la actividad vamos a tener una subida de los ingresos. En la primera mitad del ejercicio ya acumulamos un aumento interanual del 12 por ciento. Seguimos con muchísima carga de trabajo gracias a que el sector eléctrico está pensando en un ciclo de 3 a 5 años potentísimo y estamos metidos en él.
> ¿Cuál es el volumen de inversiones que contemplan?
Solemos estar en una línea de tres millones por año, la mitad en adecuación de un centro y la otra mitad en tecnología. Durante este ejercicio, dedicaremos un millón y medio al desarrollo de un nuevo centro en Etxebarri (el año que viene acometeremos mejoras en el de Gernika) y el resto a adquirir tecnología puntera en máquinas SMD y a incorporar el corte por láser y por chorro de agua completando así el corte por punzonado que veníamos haciendo para el sector eléctrico. Hasta ahora no entrábamos en estas tecnologías porque ocupaban a pocas personas y de perfil alto, pero el criterio ha cambiado: vamos a ir a ellas y les sacamos rendimiento de tres turnos con dos personas, pero lo importante es el trabajo posterior que generarán.
> ¿Qué planes tienen para el centro de Etxebarri?
Actualmente tenemos cuatro instalaciones, una dedicada a electrónica, dos a montajes eléctricos y otra a cableado, pero todas ellas están saturadas y, ante los pedidos crecientes, necesitamos un quinto espacio más amplio donde poder mejorar la maquinaria, el layout y reubicar parte de las personas que saturaban los otros centros. Está pendiente de definir qué actividades combinará, pero va a tener montajes eléctricos, principalmente. El objetivo es ponerlo en marcha en el primer semestre de 2023. Dispondrá de tres plantas y en la de abajo vamos a hacer un espacio de casi 300 m2 dedicados a zonas de formación y orientación para coordinar todas las actividades de las aproximadamente 500 personas que vamos a tener en ese polígono.
> ¿De qué forma les afectan las dificultades de abastecimiento?
Es una complejidad añadida a todas las que teníamos y está en todas las cadenas de producción: cómo conseguir que no se pare la cadena porque uno de los proveedores se quede sin componentes. Sabiendo que eso es así, obliga a un esfuerzo adicional. Tenemos que aumentar los stocks y luego, conseguir mucha flexibilidad y rapidez porque si en un momento dado un componente no está en el mercado y hay una alternativa tenemos que ser capaces, entre nosotros, nuestro proveedor y nuestro cliente, de validar esa alternativa en un plazo breve. Esa es la vuelta de tuerca adicional, más los incrementos de precios, claro.
> En su caso, los microchips son un componente vital. ¿Cómo sobrellevan los problemas derivados de los proveedores chinos?
En China no hemos comprado nunca mucho. Buena parte de la compra suele ser dirigida por el cliente. Se trata de coordinarnos mucho con ellos e incluso decirles que hemos hablado con otro proveedor y puede dar una alternativa que alteraría un poco el producto, pero que va a dar las mismas garantías de calidad. Y buscar nuevos proveedores. Antes la tendencia era irse a China y la pandemia nos ha dejado claro que ahí las garantías son mucho menores. Estamos yendo a proveedores más locales que están en redes a nivel estatal y nos están respondiendo mejor de lo que teníamos antes.
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