La construcción atraviesa por un cambio estructural en el que la industrialización será clave para abordar los retos a los que se enfrenta. Pero, tal y como apunta Marta Epelde, “no va solo de construir en planta”, sino que “implica rediseñar la forma de producir, medir y colaborar”.
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> Sostienen que la construcción se enfrenta a una transformación estructural sin precedentes. ¿En qué sentido?
El sector está reconfigurando su sistema productivo, transitando de un modelo secuencial y fragmentado -basado en la ejecución in situ- a uno industrializado, con procesos integrados, planificación avanzada y un uso intensivo de tecnología. Desde Build:Inn hablamos de industria de la construcción porque ya no basta con mejorar técnicas existentes: lo que se requiere es una transformación estructural del modelo operativo. Afecta de forma transversal a toda la cadena de valor, desde la fase de diseño y prescripción técnica hasta la fabricación, la logística, el montaje y la operación, y exige nuevas competencias, nuevas relaciones entre agentes y una nueva lógica organizativa.
> ¿Por qué es tan importante la industrialización del sector?
Porque nos permite pasar de reaccionar a anticipar. De resolver problemas en obra a diseñar procesos que nacen optimizados. Industrializar es repetir lo que funciona, controlar lo que antes era variable y alinear a todos los agentes bajo una lógica compartida. Y no, no va solo de fabricar en planta; empieza en el diseño y llega hasta el mantenimiento. Es una forma distinta de organizar el trabajo, repartir el conocimiento y escalar capacidades. Y eso redefine completamente el modelo.
> ¿Es posible responder a la escasez de vivienda sin abordar ese proceso de industrialización?
Es muy difícil pensar en una solución estructural al problema de acceso a la vivienda sin abordar de forma decidida cómo se produce. La industrialización no solo mejora los plazos y los costes; permite rehabilitar con escala, generar vivienda asequible y actuar con agilidad en zonas tensionadas. También permite aumentar la producción sin depender únicamente de ampliar plantillas en obra, algo inviable hoy con el déficit de profesionales cualificados. Euskadi ya cuenta con empresas que han apostado por este modelo, y el propio Perte de la industrialización de la vivienda, con 1.300 millones de euros para la próxima década, fija objetivos ambiciosos: entre 15.000 y 20.000 viviendas industrializadas al año. El marco ya existe. Ahora toca activarlo con visión industrial.
"La construcción representa el 13% del PIB vasco y emplea a más de 122.000 personas"
Marta Epelde
> Pero la construcción es más que edificación. ¿Qué supone para la CAPV?
Tiene un papel estructural en la economía vasca. Y debemos pensar en la construcción más allá de las constructoras y promotoras: desde el clúster trabajamos con toda la cadena de valor del sector, incluyendo proyectistas, fabricantes, empresas auxiliares. Cuando miramos todos los actores que intervienen en la construcción de edificios e infraestructuras, el sector representa el 13% del PIB y da empleo directo a más de 122.000 personas, según el informe que elaboramos junto a PwC. Pero su valor no se mide solo en cifras. Lo que la hace estratégica es su capacidad para activar otras industrias clave -materiales, energía, logística, tecnología, formación- y su impacto directo en cómo se configura el territorio.
> ¿Cuáles son las particularidades del sector en Euskadi?
El ecosistema vasco es singular: empresas constructoras, pymes técnicas, fabricantes, promotoras y oficinas de ingeniería que no solo ejecutan, sino que diseñan, innovan y colaboran. Esa estructura distribuida y conectada es uno de los principales activos del sector. Ahora, el reto está en consolidar esa ventaja en un escenario que exige más productividad, más especialización y una visión mucho más integrada del proceso constructivo. Evolucionar como industria avanzada, no solo sostener lo que ya funciona.
"La industrialización está cambiando los perfiles, los tiempos y la lógica del trabajo"
> ¿Y en qué momento se encuentra la construcción vasca actualmente?
Está avanzando y lo hace desde una posición con fortalezas claras: capacidades técnicas, cultura industrial y un ecosistema empresarial que sabe adaptarse. Hay compañías que ya trabajan con criterios de integración, digitalización y diseño orientado a proceso. Ahora bien, el salto de escala está aún en marcha. Para que la competitividad no dependa solo del buen hacer individual, necesitamos una lógica de sistema: procesos conectados, decisiones basadas en datos y una coordinación real entre agentes. Siempre lo decimos. Esto no va de unos pocos tirando, sino de construir un modelo compartido que no deje a nadie atrás.
> ¿Afecta a las empresas la incertidumbre a nivel global a la hora de invertir?
Los proyectos a medio y largo plazo, que son la norma en este sector, necesitan un mínimo de certezas para poder planificarse con sentido. Pero el contexto actual no siempre lo facilita: los precios de los materiales siguen siendo impredecibles, los costes energéticos son elevados, los plazos de aprovisionamiento inciertos, el acceso a financiación industrial presenta barreras y el marco normativo aún se está adaptando a los nuevos modelos productivos.
> ¿Cómo actúan desde el clúster en este sentido?
Participamos activamente en espacios como el Observatorio de Coyuntura Industrial del Gobierno Vasco, donde compartimos diagnóstico con sectores industriales mayoritarios, y donde se pone de relieve que esta incertidumbre no es exclusiva de la construcción. Además, estamos presentes en la mesa de trabajo del grupo de Industrialización de la Construcción del Pacto Social por la Vivienda y colaboramos en el despliegue del Perte de industrialización de la vivienda recogiendo las necesidades reales de las empresas para que las ayudas respondan al tipo de inversión y riesgo que implica este proceso.
> Respecto a esto, ¿qué supondrá el Perte para las empresas vascas del sector?
Representa una oportunidad estratégica para reforzar el ecosistema industrial de la construcción en Euskadi. No se trata solo de acceder a financiación -1.300 millones de euros para la próxima década-, sino de activar una transformación que exige inversión sostenida, capacidades tecnológicas y coordinación real entre agentes. Para las empresas, supone un marco que puede dar soporte a lo que muchas ya están haciendo: industrializar procesos, digitalizar la ejecución, escalar capacidades productivas o mejorar la trazabilidad. Además, prioriza una demanda pública estable, hasta 20.000 viviendas al año, lo que permite planificar a medio plazo y reducir incertidumbre. Desde Build:Inn estamos haciendo de puente con la administración central, canalizando las inquietudes de las empresas y colaborando en el diseño del despliegue para que las ayudas respondan al tipo de inversión y riesgo que implica este modelo.
> Innovación y digitalización también son conceptos cosustanciales al proceso de transformación del sector...
Efectivamente, no son un añadido, sino que forman parte del núcleo del cambio. Están en la base de cómo se diseña, se produce y se entrega valor hoy en construcción. Desde el clúster trabajamos para que esa transformación baje a tierra. Lo hacemos construyendo consorcios europeos con organizaciones punteras, organizando misiones internacionales junto a empresas para conocer de primera mano las prácticas más avanzadas, impulsando encuentros sectoriales con la innovación como eje y diseñando formaciones adaptadas a los nuevos perfiles y procesos. Sobre todo, asegurando que todo ese conocimiento se traduzca en soluciones viables y aplicables para las empresas.
> ¿La sostenibilidad está también en el foco?
Por supuesto. Una industria que concentra cerca del 40% de las emisiones tiene mucho por hacer. Y no solo por responsabilidad ambiental, sino porque lo que está en juego es su propia capacidad de competir. En este sentido, desde BUILD:INN llevamos tiempo trabajando para que la sostenibilidad no se quede en discurso. Con el Basque Sustainable Construction Plan hemos creado una hoja de ruta que permite a las empresas tomar decisiones técnicas alineadas con criterios de impacto, financiación e impacto social. Hablamos de mejorar procesos, anticipar exigencias regulatorias y acceder a nuevos mercados. La sostenibilidad bien integrada reduce emisiones, pero también posiciona mejor a las empresas y abre nuevas vías de retorno. En este contexto, competir también es saber adaptarse antes que el resto.
> Retomando el tema de la industrialización, ¿desde qué posición parte el sector?
La construcción cuenta con una base técnica e industrial solvente, pero aún estamos lejos de operar con la estructura y previsibilidad que tienen otras industrias consolidadas, como la automoción o la máquina herramienta. En esos sectores, la cadena de valor está perfectamente integrada, los procesos están normalizados y la digitalización funciona como una capa transversal que conecta diseño, fabricación, logística y control. En Euskadi hay capacidades industriales reales: fabricantes con experiencia en prefabricación, ingenierías que ya operan con modelos BIM integrados, promotoras públicas como Visesa que están explorando niveles altos de industrialización, como en la promoción de Sopela, y un ecosistema institucional que empieza a generar estructura, como con el Hub de Industrialización de la Vivienda impulsado por el Gobierno Vasco. Tenemos una cultura de innovación aplicada, colaboración públicoprivada y experiencia en transferencia tecnológica real, con centros como Tecnalia, Mondragon Unibertsitatea o la UPV/EHU desarrollando soluciones directamente aplicables en proyectos del sector. Ese es uno de nuestros activos más diferenciales como ecosistema.
> Hay mimbres pero se puede avanzar...
Como decía, industrializar no es solo construir en fábrica; implica rediseñar la forma de producir, medir y colaborar. Ahí todavía hay recorrido. Faltan estándares compartidos, una logística adaptada, perfiles técnicos especializados y herramientas que permitan reducir la incertidumbre operativa. La digitalización será el elemento que lo haga posible como el lenguaje común que integre a todos los agentes en un sistema de producción real.
> ¿Hay escasez de mano de obra cualificada en el sector?
Sí, el talento es una cuestión central, pero no lo enfocamos solo como un problema, sino como una gran oportunidad de evolución para el sector. La industrialización está cambiando los perfiles, los tiempos y la lógica del trabajo y eso requiere adaptar la formación a lo que realmente se va a necesitar. Por ello, desde del Departamento de Talento de Build:Inn estamos impulsando esa transición desde varios frentes. Con la administración, diseñando a través de convenios itinerarios formativos alineados con los retos técnicos del nuevo modelo productivo. Y con las empresas, detectando qué capacidades deben reforzar para poder crecer de forma sostenible y paralelamente ayudándoles en la búsqueda de perfiles profesionales que se adecuen a sus necesidades. La capacitación de las personas es parte del cambio estructural. No es una pieza más, es el engranaje que hace posible que el modelo industrial no solo funcione, sino que se pueda escalar y consolidar a futuro.
> Desde Build:Inn piden cambios legales para impulsar el sector. ¿De qué tipo?
Trabajamos para que las condiciones normativas acompañen la transformación industrial del sector. Si hablamos de procesos más digitalizados, colaborativos e industrializados, el marco legal también debe estar preparado para reconocerlos, evaluarlos y financiarlos. Desde el clúster actuamos como punto de conexión entre empresas e instituciones, participando en mesas de trabajo con la administración y en cualquier foro institucional donde se nos requiera. Nuestro objetivo es que esa alineación normativa se traduzca en competitividad real para las compañías.
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