El Grupo SPRI, consciente de los problemas y las situaciones complejas generadas por la pandemia y la actual situación bélica, ha puesto en marcha para 2022 un plan de ayudas de 74 programas, especialmente para pymes, con una dotación económica de 590 millones de euros
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> Tomó las riendas de SPRI a finales de 2020, en plena pandemia, y la guerra de Ucrania ha venido a acrecentar los problemas que se venían arrastrando desde entonces. ¿Cómo está haciendo frente la Agencia Vasca de Desarrollo Empresarial a estas nuevas realidades?
La Spri ha afrontado esos contextos de dos formas, básicamente. Primero, monitorizando, escuchando y conociendo de primera mano el estado de situación de cada uno de los actores industriales de Euskadi. Y en segundo lugar, actuando en base a lo que han ido monitorizando en dos horizontes temporales. En el corto plazo, poniendo a disposición de las empresas instrumentos de financiación para inyectar liquidez; y en el largo plazo, apoyando y acompañando a las compañías a identificar las oportunidades que se puedan estar dando en las transiciones energéticas, medioambiental, tecnológico-digital y socio-sanitaria. Y de la mano de esos proyectos, preparar a las empresas en el largo plazo para que sigan siendo competitivas.
Para ello, este año hemos puesto en marcha, nuevamente, un plan de ayudas, especialmente para pymes, con 74 programas y una dotación de 590 millones de euros para apoyarlas en ámbitos como I+D+i, emprendimiento, inversión industrial, transformación digital, internacionalización, etc.
> En esos contextos, ¿ha sido la innovación parte de la tabla de salvación?
Sin duda alguna, sí. Ante tanto cambio, que cada vez son mayores y más rápidos, la innovación es más necesaria que nunca para capear el temporal cuando nos ha tocado y para adecuarnos a las nuevas realidades, así como para tratar de identificar y aprovechar oportunidades que se puedan estar dando en estos cambios y transiciones a nivel mundial.
> En la coyuntura actual, marcada por factores como el incremento de los precios energéticos y de las materias primas, ¿cuál es el estado de los sectores tradicionales de Euskadi?
Según hemos percibido a través del Observatorio de Coyuntura Industrial (OCI), tras el fuerte azote que la pandemia dio a la economía de Euskadi en 2020, con un descenso del PIB de un 9,5 por ciento, aunque de manera bastante desigual por sectores, obtuvimos en 2021 unos datos económicos bastante esperanzadores con un incremento del PIB del 5,6 por ciento y un alza en la actividad industrial de Euskadi del 10,3 por ciento, mientras que la cifra de negocio de la industria aumentó un 18,2 por ciento, las exportaciones un 23 por ciento y la tasa de paro bajó al 8,5 por ciento. Eran unos datos que parecían que nos llevaban a una remontada bastante importante, pero la repentina guerra de Ucrania ha venido a acrecentar, de alguna forma, algunos de los problemas que ya se venían vislumbrando desde la época de la pandemia. Sin entrar en particularidades, sí que hay algunos elementos comunes que están afectando de forma transversal a prácticamente todos los sectores de Euskadi, y la situación ahora mismo es de preocupación bastante generalizada.
En 2021 se lanzó el programa Bilakatu. Tuvo una acogida espectacular que llevó su presupuesto de 11 a 44 millones. Este año tenemos el reto de abrir oficinas de Spri en Corea del Sur y Turquía
> Respecto a los programas de ayudas gestionados por la SPRI, ¿cuáles están siendo los más demandados?
Desde el año 2020, la demanda y dinamismo de las empresas con respecto a los programas de ayudas ha crecido en general, sobre todo en cuatro familias de programas: I+D+i; transformación digital; internacionalización e inversión industrial, ya que se están dando transiciones y cambios que, a su vez, representan oportunidades para nuestras empresas, y en la medida en que esas oportunidades están siendo identificadas, las empresas tienen que invertir en equipamientos.
> La pandemia ha dejado en evidencia la dependencia de cadenas de suministro externas de materias primas o componentes. Para minimizar esta dependencia, desde SPRI se ha lanzado el programa Bilakatu para impulsar la diversificación y relocalización de industrias. ¿Cómo está siendo recibido por la industria?
En 2021 se lanzó por primera vez el programa Bilakatu y tuvo una acogida espectacular. Es un programa que viene a apoyar la diversificación y relocalización con subvenciones a fondo perdido de hasta 1 millones de euros, con una intensidad de ayuda de un 10 por ciento para las empresas en general y un 15 por ciento para las pymes. La edición de 2021 se lanzó con una dotación presupuestaria de 11 millones de euros y, fruto de la demanda que tuvo por parte de las empresas, se tuvo que ampliar hasta los 44 millones para apoyar 124 proyectos empresariales de diversificación y de relocalización. Es verdad que la mayoría de los proyectos de inversión que nos presentaron fueron para diversificar con la generación de nuevos productos, aunque 16 iniciativas fueron proyectos de inversión para relocalizar actividad industrial desde el exterior hacia Euskadi. La edición de 2022 ha arrancado con un presupuesto de 25 millones de euros y la convocatoria se cerrará el próximo 6 de mayo. Testaremos cómo es la demanda este año, aunque ya se está observando que va a ser alta, igual incluso más que en la edición pasada.
> De cara al futuro, ¿cuáles son los retos a los que se enfrentan las empresas vascas?
Cuando hablamos de retos de futuro de las empresas, hay unos elementos comunes y diferencias en el corto y largo plazo. Creo que a corto plazo nos toca gestionar la situación y adecuarnos de la mejor manera posible a las afecciones que nos ha provocado la pandemia y la guerra. Es muy importante que las empresas traten de preservar o en su caso velar las carteras de pedidos que tienen con los clientes, garantizar liquidez y tesorería. En el medio y largo plazo, no hay que olvidar que siguen en marcha las transiciones anteriormente mencionadas. Tenemos que seguir identificando oportunidades en esos ámbitos y para ello tenemos el plan de apoyos de SPRI de 74 programas para ayudar a las empresas a prepararse para ese futuro.
> ¿De qué modo está contribuyendo la aceleradora Bind 4.0 a abordar esas transiciones?
Bind 4.0 nació con la vocación de conectar empresas tractoras ubicadas en Euskadi con startups de todas las partes del mundo, de tal manera que se estableciera una relación de ‘win win’ por ambas partes. Después de seis ediciones, a día de hoy tenemos 65 empresas tractoras trabajando en Bind 4.0, prácticamente todas las empresas grandes de Euskadi, y más de 3.000 startups se han presentado para participar. En total, se han firmado en torno a 250 contratos entre grandes empresas y startups. De cara al futuro, vamos a trabajar para que las pequeñas y medianas empresas de Euskadi también participen en Bind 4.0. De hecho, ya en la última edición se abrió la puerta a las pymes con una primera experiencia piloto a través de la iniciativa Bind 4.0 SME Connection.
Otro reto que estamos planteando de cara a la próxima edición es el poder incorporar como empresas tractoras a administraciones públicas como la SPRI, Oskidetza y otras administraciones para que puedan actuar como empresas tractoras contratando a startups para mejorar nuestras funcionalidades y servicios. De ese modo, las startups también nos tendrán a la administración pública como potencial cliente para desarrollar su productos y servicios.
> De cara al exterior, ¿cuál es la hoja de ruta de SPRI para retomar los niveles prepandemia?
El Gobierno Vasco aprobó hace unos meses el nuevo Plan de Desarrollo Industrial e Internacionalización con un horizonte de 2024. Algunos de los objetivos son reforzar los instrumentos actuales de apoyo para la internacionalización y apoyar a la empresa vasca en digitalizar su actividad internacional, además de generar talento vasco con capacidades internacionales para incorporarlo al tejido empresarial. En último lugar, vamos a reforzar la red exterior de oficinas. SPRI tiene 17 oficinas en el exterior, tras abrir recientemente una en Japón, y un reto importante para este año es abrir otras dos en Corea del Sur y en Turquía.
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