
EMPRESA XXI - EDITORIAL
2/12/2025
El acceso a la vivienda se ha convertido en la principal grieta de cohesión social. El 51% de la población vasca identifica ya este problema como su mayor preocupación. El encarecimiento del alquiler, el sobreesfuerzo financiero y la emancipación tardía dibujan un horizonte en el que acceder a un hogar se ha convertido en una carrera de obstáculos. Pero reducir esta crisis a un fallo del mercado sería un error. La vivienda es un derecho y una infraestructura básica del bienestar, tan esencial como la educación o la salud. Como recuerda el último informe del foro Zedarriak, es un factor que condiciona la competitividad de un territorio que aspira a atraer talento y sostener su músculo industrial. El diagnóstico del ‘think tank’ vasco parte de una evidencia tan clara como poco asumida. Para abordar un problema estructural no basta con respuestas fragmentadas. Euskadi necesita una política de vivienda que mire a escala del territorio y gestione las políticas de suelo a nivel supramunicipal.
Bajo ese enfoque, las 42 medidas propuestas por Zedarriak, con una inversión estimada de entre 5.500 y 7.000 millones de euros, no prometen soluciones inmediatas, pero sí marcan una dirección. Algunas de ellas abren vías hasta ahora poco exploradas, como la creación de un fondo de capital riesgo de vivienda con usufructo vitalicio. Es un modelo que exige regulación estricta, pero que demuestra que el capital privado, lejos de ser un enemigo, puede constituir una herramienta útil si actúa bajo reglas claras y orientadas al interés general. Igualmente significativa es la propuesta de una sociedad de garantías similar a Elkargi, diseñada para ofrecer avales a familias que buscan acceder a su primera vivienda. En un mercado donde la desigualdad se amplifica a través de la capacidad de cada familia para respaldar a sus hijos, una entidad de este tipo actuaría como corrector imprescindible. El foro empresarial acierta al recordar que la vivienda no es solo un bien económico. Es una infraestructura crítica de bienestar y de competitividad. Y, ante todo, es el primer peldaño de cualquier proyecto vital. Euskadi ha demostrado en otras ocasiones que sabe anticipar los cambios estructurales cuando decide mirarlos de frente. Este es uno de esos momentos.

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