Europa ante su disyuntiva industrial

EMPRESA XXI - EDITORIAL

15/12/2025

La Unión Europea afronta un momento decisivo. Tras una década marcada por las transiciones energética y digital, la pérdida de competitividad y una creciente dependencia exterior, la realidad es ineludible. Sin una política industrial ambiciosa, coherente y plenamente europea, el continente corre el riesgo de quedar relegado a un segundo plano en la economía global. Los informes de Enrico Letta y Mario Draghi dibujaron con precisión quirúrgica las causas del retraso europeo y pusieron sobre la mesa propuestas solventes para revertirlo. Sin embargo, la reacción ha sido tibia hasta rozar la desidia.

Apenas se ha ejecutado el 11% de las medidas planteadas por Draghi, quien calcula que Europa necesitaría ahora invertir 1,3 billones de euros anuales para recuperar el tiempo perdido. El mensaje que la presidenta del Banco Central Europeo lanzó el pasado noviembre no admite dobles lecturas: “La inacción es irresponsable”. La UE ha construido un mercado único que sigue fragmentado por 27 regímenes fiscales, regulatorios y financieros distintos, un laberinto que asfixia a sus propias empresas tecnológicas y alimenta un círculo vicioso en el que el ahorro europeo huye hacia mercados más eficientes y rentables. No es casual que los capitales del continente financien la productividad estadounidense mientras Europa pierde terreno en sectores tan críticos como los semiconductores, la inteligencia artificial o la industria verde.

La comparación con Estados Unidos y China es incómoda pero necesaria. Ambos han asumido sin complejos que la política industrial es un instrumento legítimo para orientar inversiones estratégicas, proteger cadenas de valor y reforzar soberanía económica. Europa, en cambio, continúa atrapada entre un purismo regulatorio que ya no responde al mundo real y una defensa de la competencia que, sin coordinación industrial, termina debilitando a sus empresas frente a gigantes globales. Como afirmó Christine Lagarde, la falta de avances “no solo sería decepcionante, sino irresponsable”. Y lo sería porque Europa sí dispone de los recursos y el conocimiento para actuar. Lo que falta es voluntad para derribar fronteras, simplificar normativas y construir verdaderos campeones europeos.

LegalCookiesCondicionesSuscripcionesContactoNosotros

Todos los derechos reservados Industria y Comunicación S.A.